Si bien desde hace décadas las mujeres fuimos logrando cambios que nos posicionan positivamente en relación con nuestras pares de generaciones anteriores, relacionados con los roles que ocupamos en lo público y lo privado, definidos históricamente desde las desigualdades de género, hay todavía cambios sustanciales que necesitamos seguir trabajando.

La intención que nos anima es crear espacios donde poder compartir experiencias, reflexionar y construir colectivamente aprendizajes significativos que nos faciliten tomar conciencia de nuestra situación actual y nos permitan imaginar relaciones y prácticas transformadoras que surjan desde nosotras y puedan expandirse…

Integrantes de Equipo MuMi

Clr. Mariana L. Rezk, Clr. Susana Cypin, Clr. Paola Gentile, Clr. Cristina Zóccola

29/11/14

Equipo MuMi Nuestra historia, nuestro recorrido


En el año 2012, conformamos un grupo de 5 counselors, para empezar a profundizar y trabajar la temática de Counseling y género.
Fuimos convocadas por Mariana Rezk, quien, desde sus estudios de Antropología, llevaba un camino recorrido de capacitación y profundización en esta temática, además como coordinadora de la carrera de Counseling y docente en diferentes instituciones, sumado al acompañamiento de mujeres madres, desde la crianza, pudo ver el interesante enriquecimiento que resultaría de complementar el acompañamiento y la escucha a mujeres, desde el Counseling con una mirada de género. Las otras integrantes, somos quien les habla, Silvina Munné, Paola Gentile, Cristina Zoccola, Susana Cypin.
Las primeras reuniones que tuvimos como equipo, sirvieron de aproximación y conocimiento de la materia, lo que nos permitió que cada una de nosotras fuera encontrando intereses específicos sobre los cuales poder capacitarnos y profundizar, a saber: trabajo con mujeres en edad media, diversidad, violencia de género, feminismo, espiritualidad y género.
Más allá de los intereses particulares que cada una de nosotras fue descubriendo, tratamos de delinear los objetivos sobre los cuales ofreceríamos nuestro acompañamiento como Equipo, tratando de realizar un cruce entre counseling y género, poder ofrecer actividades a profesionales y estudiantes de counseling, enriqueciendo el quehacer profesional desde las teorías de género.
Las actividades que  presentamos tienen dos pilares fundamentales, que son la capacitación y los encuentros reflexivos, ambos presentados en talleres participativos, evaluando  que de esta manera sería más rica la experiencia si podemos juntas, compartir experiencias, profundizar, analizar,  reflexionar y lograr un aprendizaje significativo, que lejos de marcar diferencias, promuevan una mirada crítica sobre nuestros quehaceres cotidianos, nuestras elecciones, y el modo de vincularnos, influenciados por mandatos, modelos y costumbres socio culturales.
Teniendo en cuenta, que históricamente la ciencia y las teorías desarrolladas en todos sus ámbitos, tienen un sesgo de género, “dado que el conocimiento científico no se produce en forma disociada de los sujetos que lo producen, sino que se gesta en el seno de condiciones sociales, culturales y económicas que lo determinan históricamente” es que nos proponemos profundizar en la teoría desarrollada por C. R., del enfoque centrado en la persona, para desglosar los conceptos principales de la teoría y tratar de enriquecerlos desde los conceptos de género, en función de lograr un acompañamiento más auténtico en hombres y mujeres.
De esta manera, las actividades de capacitación que ofrecemos, tienen como objetivo poder reflexionar sobre elecciones y quehacer profesional, desde una perspectiva de género, vemos que profesiones de ayuda y docencia, como así también profesiones relacionadas con el cuidado (enfermería,) son desarrolladas mayormente por mujeres, existiendo en el imaginario social, la idea de que las mujeres poseen una capacidad innata de mayor comprensión, cuidado y sensibilidad, idea que, teñida por los estereotipos de género, deviene como producto de la división social y sexual del trabajo, a partir de la cual, las profesiones se podrían relacionar con el poder. De esta manera, se podrían jerarquizar las profesiones, lo cual les otorga determinado valor, que al final se representa en los salarios y honorarios.
En algunos de nuestros talleres, propusimos a las participantes, actividades de autoexploración sobre dos  ejes principales, el Ser Mujer y el Ser Persona con el objetivo de reconocer si, en estas dos dimensiones podemos desarrollarnos de la misma manera. Así comprobamos que en muchos casos, el peso de los estereotipos sociales, los mandatos familiares introyectados, limitan el Ser Persona siendo Mujer. El despliegue de las potencialidades no se da al máximo de su capacidad.
Otro dato notorio fue que desde que empezamos nuestras actividades fuimos recibiendo distintas resonancias positivas sobre las mismas: mujeres que mostraban entusiasmo, interés y adhesión a los temas presentados pero que no se animaban aún a participar, a comprometerse. Empezamos a trabajar entre nosotras, la importancia y la dificultad de la toma de conciencia, y descubrimos en muchas oportunidades se presentan temores, al cambio, a perder la red que nos “protege”, a tomar rienda de nuestra vida.
Entonces nos preguntamos, ¿podemos ser  congruentes con nosotras mismas en una sociedad de base patriarcal, cuando no podemos todavía aceptarnos protagonistas del cambio?
Pensar con la categoría de genero presente ayuda a revisar nuestros conceptos sobre qué es la humanidad y qué es naturaleza y ampliar nuestro sentido de la condición humana. Es así que pensar con mirada de género implica  aprender sobre las mujeres y también aprender sobre los hombres, ya que los estudios de género son una manera de comprender a las mujeres no como un aspecto aislado de la sociedad sino como parte integral de ella.
Nos proponemos seguir caminando juntas, difundir, profundizar en el enriquecimiento que surja de la integración de género y counseling, compartir experiencias, invitar, abrir puertas que nos permitan espacios más integrados, vínculos auténticos y un camino pleno para Mujeres y Hombres, donde cada unx pueda ser quien elija ser.

Historia de los estudios de la mujer a los estudios de género



“No nacemos mujeres u hombres sino seres humanos”

Los Estudios de la Mujer (Women's Studies en Inglaterra, o Estudios Feministas, en Francia) se inician en los países centrales y se expande a otros países a lo largo de las dos últimas décadas del siglo pasado.  
La expresión " Estudios de la Mujer " identifica los esfuerzos realizados para ampliar y democratizar los ámbitos académicos, en donde las mujeres no se sentían representadas por estar excluidas como sujetos y objetos de estudio. 
A finales de la década de 1960 se llevan a cabo las primeras investigaciones y programas académicos en torno de “La mujer”. Esta etapa histórica coincide y se caracteriza por el despliegue de los movimientos feministas, cuyas militantes más activas aportan sus experiencias anteriores en otros movimientos de protestas (pacifistas, derechos civiles, antibelicistas, de izquierda), lo que les permiten incorporar a sus planteos propuestas más amplias en cuanto a especificidades de etnia y clase social. A partir de ahí se conforman organizaciones autónomas de mujeres, “grupos de concienciación”, elaboración y publicación de boletines, revistas y periódicos, entre otras tantas manifestaciones culturales.
Estas producciones culturales, en paralelo a la producción académica sistematizada posibilitaron el desarrollo de cátedras, cursos e institutos de investigación sobre la mujer en el ámbito universitario. Inicialmente tomaron como modelo los programas de “Black's Studies”, iniciados por estudiantes y académicos negros en la década de 1960,  y se crearon entonces los programas de “Women's Studies”
Los Estudios de la Mujer significaron una revolución del conocimiento tanto o más impactante que el fenómeno de ingreso femenino masivo a la educación universitaria que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX. Se necesitó la presencia numerosa y activa de mujeres en las carreras terciarias y en el mundo académico para dar este salto cualitativo. Su impacto se hace visible sobre todo en el campo humanístico y de las ciencias sociales.
Los Estudios de la Mujer pueden definirse como una corriente interdisciplinaria y con un carácter heterogéneo en sus marcos teóricos, metodológicos e instrumentales. En líneas generales, se corporiza en el escenario académico a través de seminarios específicos dentro de los currículos, como programas.
Desde sus inicios, las estrategias y las metodologías utilizadas por los Estudios de la Mujer han tenido como objeto hacer visible lo que se mostraba invisible para la sociedad. Ello se reveló útil en la medida en que permitió visibilizar el lugar en el que las mujeres habían sido social y subjetivamente colocadas; desmontar la pretendida "naturalización" de la división socio-sexual del trabajo; revisar su exclusión en lo público y su sujeción en lo privado, así como cuestionar la retórica presuntamente universalista de la ideología patriarcal. Es así que las grandes corrientes teóricas revisan hacia el interior sus propias producciones en un intento de superar el sesgo sexista que las impregna.
A partir de los resultados obtenidos en la producción de conocimientos y las experiencias acumuladas en los Estudios de la Mujer, se comienza entonces a perfilar una corriente más abarcadora e incluyente que busca nuevas formas de construcciones de sentido que permitirán avanzar integrando ahora la “dialéctica de los sexos” .
Se perfila así el surgimiento de los “Estudios de Género”. Los Estudios de Género aportan una construcción de sentido para ambos sexos que proporciona nuevas perspectivas a viejos problemas, los redefine en términos nuevos y hace visibles a las mujeres no sólo por ser mujeres sino también por ser sujetos con historia dentro de una historia más amplia y total que contiene y comprende a la experiencia humana.
Los Estudios de la Mujer primero, y posteriormente los Estudios de Género, han realizado al interior de cada disciplina, una labor deconstructiva y reconstructiva de las condiciones de producción, reproducción y transformación de sus nociones básicas.
Los Estudios de Género, desde una perspectiva multidisciplinaria, han creado un cuerpo de conocimientos que da cuenta de las razones históricas, sociales, económicas, políticas y simbólicas, que han dado fundamento a la desigualdad entre hombres y mujeres, y de qué modo esta desigualdad se reproduce en el interior mismo del conocimiento científico. Las disciplinas mismas han sido objeto de un minucioso trabajo de deconstrucción y elucidación crítica, dejando en descubierto el carácter sexista de muchos de sus paradigmas legitimantes.
El interés e interrogantes que en un primer momento tuvieron como centro a la mujer, se dirigen ahora hacia las diferencias intragéneros, las relaciones de poder y la violencia entre los géneros, o sobre el futuro mismo del sistema sexo – género.
En la década de los ochenta aparecen también estudios sobre masculinidad y surgen así grupos de autoconciencia de varones y literatura abundante en torno del perfil diferenciador entre masculinidad y machismo. Los hombres comienzan a reflexionar, fuera de los cánones tradicionales sexistas, acerca de la reubicación de las mujeres, y cómo afecta y transforma sus lugares y su identidad genérica.
Por otra parte, para esa misma época surgieron críticas y aportes provenientes de los estudios postcoloniales que también influyeron en los feminismos y en los estudios de género que así incorporaron las vertientes étnicas, de opciones sexuales no hétero y de las posiciones subalternas. Dicha incorporación fue fundamental para una reflexión del feminismo sobre sí mismo y para dar un salto cualitativo en la complejización teórica incorporando las influencias de las teóricas postestructuralistas y poscoloniales, las de las feministas negras, las epistemólogas feministas de las ciencias naturales y los aportes de las pensadoras lesbianas. Estas posturas feministas serán también críticas del binarismo (naturaleza=sexo/cultura=género) planteando que uno de los problemas de mantener un concepto de género binario, relacional y global, es que facilita caer en el error de invisibilizar las diferencias al interior mismo de “las mujeres” y las opresiones que allí se ejercen. Esto implicará un debate sobre la utilidad o no del concepto “género” o la resignificación del mismo a partir de nuevas reflexiones que suponen el rechazo de la perspectiva dicotómica.
En los últimos años como producto de los análisis de la construcción de la identidad sexual y la diversidad, influenciados por los planteamientos derivados de las teorías posestructuralistas se suman los aportes de los movimientos queer y sus producciones teóricas. La teoría queer  plantea un análisis de las desigualdades sociales en busca de la legitimación de sexualidades y géneros no normativos y pensados desde la diferencia. Cuestiona categorías como identidad, género y sexualidad en su característica de categorías fijas, con el fin de profundizar en el análisis de la subjetividad y los procesos de subjetivación contemporáneos.

Bibliografía consultada: Gamba, Susana. (2007) Diccionario de estudios de género y femeinsimos. Editorial Biblos.

26/11/14

Modos de subjetivación del género femenino (Tradicional - Transicional - Innovador)



Hacer visible y explorar los aprendizajes en cuanto a los roles de género y como estos se articulan  en el entramado del orden social, nos permite cuestionar su funcionamiento y validez  posibilitando cambios que impactan en el sistema total de valores y significados de las mujeres para lograr una mayor confianza en las propias experiencias.

Veremos en esta oportunidad, el concepto modo de subjetivación; entendido como una construcción conceptual que se refiere a las formas de representación que cada sociedad instituye para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior, y las maneras en que cada sujeto constituye su singularidad (Bleichmar, 2005).

No es posible hablar de un modo único de subjetivación de género, ya que las relaciones y expectativas sociales al respecto han representado un cambio vertiginoso a partir de la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del actual.


*Modo tradicional: estas mujeres han estructurado su vida en relación con los valores de la maternidad y la conyugalidad como áreas fundamentales de su desarrollo vital. En sus proyectos de vida no han incluido el desarrollo laboral o profesional, posibilidad reservada únicamente para los varones hasta casi la mitad del siglo XX. Este modelo de mujer tradicional fue construido como estándar de feminidad ligado a las necesidades de la sociedad industrial. Las mujeres (tradicionales) debían estar dispuestas “por amor” a convertir el salario masculino en comida preparada, casa limpia y niños criados y cuidados. A modo de contraprestación, esperaban que los varones las representaran en el espacio público, además de la manutención económica y la protección frente a los peligros y las vicisitudes económicas, políticas y de toda índole.
Desde otro ángulo del análisis, el modelo tradicional de mujer doméstica y sentimentalizada no se ha correspondido con la experiencia real de todas las mujeres ubicadas en el social histórico definido, ya que durante toda la modernidad ha habido algún tipo de presencia de las mujeres en el mercado laboral, sino que ha sido una representación hegemónica con fuerte impacto en la conformación del ideal de estas mujeres.
El mencionado sistema de ideales de estas mujeres está conformado por la maternidad y la conyugalidad basada en los valores de fidelidad y honra femenina y sus realizaciones personales por fuera de estos ámbitos tienen un lugar secundario en este sistema. Por ejemplo, estas mujeres solo trabajan rentadamente en caso de que sea necesario para complementar el sustento familiar; en caso contrario no suelen hacerlo pues ello no forma parte de las representaciones por las cuales se valoran a sí mismas y son valoradas socialmente. Gran parte de la autoestima está basada en el buen desempeño de los roles maternales y domésticos.
Estas mujeres tienden a la expresión indirecta de su hostilidad debida a la inhibición transmitida por los mandatos desde su primera infancia ya que han recibido una crianza orientada a que sean siempre buenas, obedientes, no protestar, ser humildes, hablar en voz baja o callarse como atributos propios de la femineidad.
La representación que tienen acerca de su cuerpo está ligada a ideales de belleza y juventud. El cuidado del cuerpo es considerado, fundamentalmente, en relación con poder ser bellas y jóvenes para poder ser elegidas e ingresar en el contrato conyugal, pero no se apropian de él, es un cuerpo para gustar a los otros, lo cual tiene serios efectos en su salud pues presentan dificultades en el autocuidado al no poder priorizarse.  Por otra parte, la sensualidad no se expresa de forma directa y activa sino pasivisada y reprimida, un canal que han constituido a partir del mandato social de que una “buena mujer” no debe expresar abiertamente su deseo sexual sino que debe convocar “pasivamente” a la expresión del deseo masculino sobre ella y “naturalmente” solo debe sentir deseo por su esposo.

*Modo transicional: los cambios que se produjeron a partir de la mitad del siglo XX, ligados a la entrada masiva aunque gradual de las mujeres al mercado laboral asalariado y su concomitante acceso a los diversos niveles de la educación formal generaron un nuevo modo de subjetivación, el transicional. Esta denominación, hace referencia a una idea de estar a “mitad de camino” ya que estas mujeres que entraron masiva y entusiastamente al mundo público, lo hicieron conservando en su interior, y desde la exigencia social, el modelo mujer- madre tradicional al que le adicionaron la inserción laboral y profesional.
El sistema de ideales está basado en la maternidad y la conyugalidad como valores fundamentales, pero combinados con expectativas en el mundo publico aunque las realizaciones personales ocupan un lugar secundario. Están atrapadas en una modalidad polar de organización del sistema de ideales: aunque ambos valores (amar y trabajar) forman parte de dicho sistema, la representación acerca del logro se traduce en que si tienen éxito en uno, no lo tendrán en el otro.
Presentan habilidades domesticas y maternales más operativas del tipo “resolver las cosas”. En el mundo público, suelen entrar con la lógica de lo privado, motivo por el cual presentan dificultad para entablar contratos y respetar roles y jerarquías “maternalizando” las relaciones laborales. Tienen limitaciones para establecer honorarios y retribución por su trabajo, esperan que los otros los definan por ellas.
El erotismo es valorado como un bien conyugal y el disfrute sexual es considerado importante dentro de los vínculos que tienden a armar. Pero al persistir en términos vinculares el modelo de doble estándar de la sexualidad masculina se resienten frente a la posibilidad de relaciones extraconyugales del marido.
Acerca de la representación que tienen de su cuerpo, prestan menor atención al ideal de belleza y la importancia del cuerpo “joven” permanece como valor relativo a las representaciones actualmente vigentes y en competencia con otras mujeres. El cuidado del cuerpo lo realizan como parte de sus deberes dentro del contrato conyugal, que les exige mantenerse bien y tienen dificultades para su apropiación. Pero aun así se ve cierta apertura a las representaciones ligadas al placer personal que les puede permitir el cuerpo, ausente en las más tradicionales.

*Modo innovador: en la actualidad comienzan a aparecer nuevos modos que no guardan un patrón de definir más que por su diversidad, en tanto que incluyen una amplia gama de posibilidades de construcción subjetiva en la cual la maternidad y la conyugalidad se plantean como una opción y ya no como un mandato. La inclusión laboral, con las variaciones propias según el sector social, se constituye en una condición para el autosustento, propio de este modelo ya sea que la mujer viva sola, en pareja o en familia.
En lo referente a los valores en los cuales basan su autoestima, el ideal del trabajo coexiste codo a codo con el de la maternidad, pero existen varios casos, fundamentalmente en las más jóvenes que postergan la maternidad como proyecto a desarrollar luego de haber alcanzado cierto nivel profesional. Este es el primer grupo en el cual ser o no ser madres aparece como una opción  personal.
El problema especifico de este grupo se manifiesta que al tener mayor libertad y menor coerción externa les impone una necesidad de tomar decisiones que como colectivo genérico, es aun una posibilidad reciente ya que tienen poca trayectoria en el campo de la responsabilidad subjetiva y autonomía. Por lo tanto sufren grandes padecimientos al sostener dos o más ideales fuertemente demandantes (por ejemplo, ser simultáneamente excelentes madres, maravillosas esposas y excepcionales trabajadoras), en un mundo todavía patriarcal que no facilita su concreción.
Al mismo tiempo, estas mujeres presentan ideales altamente exigentes, y evidencian una gran dificultad para renunciar a alguno de ellos o cuanto menos reducir el grado de aspiraciones (que todo no sea “diez puntos”) como forma de negociación interna para poder compatibilizar los distintos deseos y posibilidades que las habitan.
Tienen mayor facultad para la expresión erótica. Diferencian en sus prácticas, entre obtener gozo erótico y establecimiento de pareja, por lo tanto pueden tener relaciones sexuales satisfactorias con partenaires de los cuales no se sienten enamoradas, posibilidad casi inexistente en los modelos anteriores que asimilaban sexualidad con enamoramiento.
En relación con la imagen que tienen de su cuerpo, se puede destacar que alcanzan mayor apropiación de éste como fuente de placer, el cual pierde el valor solo como objeto de belleza.

Bibliografía:
Tajer, D. (2009). Modos de subjetivación: modos de vivir, de enfermar y de morir. Heridos corazones vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres. Buenos Aires: Paidós, 47-68.

31/10/14


Mujeres y dinero

Clr. Paola Gentile


El dinero ha sido creado por las culturas para perfeccionar el sistema de trueque de los objetos y como tal sabemos, tiene un valor intrínseco, que es el que permite el intercambio de bienes y servicios pero… en el orden patriarcal - el dinero - también posee un valor simbólico: representa “el Poder” y desde las distintas instituciones (familia, escuela, estado, religión) a las mujeres no nos han facilitado los medios para que transitemos por la vida desde la autonomía y la independencia.

La actividad laboral es la que nos permite obtener el dinero para satisfacer nuestras necesidades y quien tiene dinero, tiene “poder” poder de hacer, decidir, elegir, negociar, cambiar…

A lo largo de la historia, los sistemas de género han construido identidades profesionales sexuadas y la diferencia fundamental entre varones y mujeres es que: a las mujeres se las ha educado básicamente para el ámbito privado (domestico, reproductivo, afectivo) y a los varones para el ámbito público (laboral, académico, científico, político, económico) es decir, donde se origina y se ejerce el poder. El resultado de esta educación promueve, la división sexual del trabajo donde el trabajo masculino es valorado social y económicamente; y el trabajo femenino subvalorado, no reconocido.

Si bien en la actualidad la vida de las mujeres ha experimentado un cambio extraordinario con la llegada del nuevo milenio y de acuerdo a un estudio realizado por del Banco Interamericano de desarrollo (BID) “Nuevo siglo, viejas disparidades” las mujeres constituyen el 40% de la fuerza de trabajo mundial, sin embargo, en América Latina, continúan ganando un 17% menos que los hombres. El informe señala además que, pese a tener más años de educación que los hombres, las mujeres se concentran en las ocupaciones peor remuneradas como la enseñanza, la salud o el sector servicios.

Como podemos ver, el trabajo que forma parte de la vida y de las relaciones humanas, no está ajeno a las influencias del patriarcado, ya que más allá que la elección de las profesiones u ocupaciones pueda llegar a estar atravesada por las construcciones sociales de género, esas elecciones posicionan, a las mujeres, en un lugar de clara desventaja económica.

Y nos preguntamos ¿Por qué?

¿Por qué las tareas que hacen al cuidado, crecimiento y desarrollo humano, son tan poco “valoradas”?

¿Por qué se piensa socialmente que la independencia y la autonomía de las mujeres, atenta contra el buen ejercicio de la maternidad? ¿Por qué la paternidad nunca se ha pensado en estos términos?

¿Por qué los lugares de trabajo aun no cuentan con guarderías gratuitas que garanticen  a las trabajadoras el acceso y continuidad a la actividad laboral?

¿Por qué cada vez más mujeres van aprendiendo a valorar lo que hacen, pero aún a algunas les cuesta tanto poner un precio de mercado a su actividad?

¿Por qué dentro de la sociedad conyugal, cuando la mujer se dedica a las tareas domésticas y el cuidado de l@s hij@s y el hombre sale a trabajar, es mayor la posibilidad de quedar expuesta a padecer violencia económica?

Para poder desarmar los condicionamientos de la cultura patriarcal, es importante hablar de estos temas, interrogándonos, preguntándonos, dudando… porque con más información podemos acceder a una mayor conciencia reflexiva.


Empoderamiento

En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (1995) se consolida la idea de trabajar por el “empoderamiento de las mujeres” como algo necesario para lograr la igualdad de géneros. El concepto de empoderamiento se relaciona con el poder entendido, no como dominación sobre los demás, sino como capacidad de las mujeres de aumentar su auto-confianza e influir en los cambios. 

Empoderarse, supone ser dueñas de sí mismas – con autoridad para tomar decisiones, asertivas en nuestras elecciones, autónomas, capaces de vincularnos afectivamente sin dependencias nocivas - en definitiva, que podamos actuar como sujetas de derecho no sometidas a control ni limitadas por los roles que la sociedad les impone.

Para lograr sociedades más justas - tarea que no debe ser solo del cincuenta por ciento de la población, sino por el contrario, del total de la población - es importante reflexionar sobre como la problemática laboral femenina nos coloca en una situación de dominación, subordinación, subvaloración, obstaculizando la posibilidad de obtención de los “medios para procurarnos cosas” lo que aun continua debilitando nuestro poder personal.

 

LAS MUJERES Y EL DINERO

Clr. Cristina Zóccola


A lo largo de la historia las mujeres han tenido un papel secundario en cuestión de dinero. Hasta no hace mucho tiempo no tenían acceso a ser dueñas de propiedades y sus maridos eran los amos y señores de cualquier cosa de valor, salvo en el caso de alguna que otra que por la viudez tenía que hacerse cargo por ella misma o encontrar otro marido que tomara la rienda de los negocios y propiedades.

Con estos antecedentes es fácil saber por qué a la mujer le cuesta tanto trabajo tomar el control de sus finanzas pues históricamente vienen cargando la ignorancia del manejo del dinero.


También, en general, en la mayoría de las familias no se habla de dinero y mucho menos se da educación financiera, todo lo que se aprende es a base de la observación y generalmente no son cosas muy positivas. En la escuela tampoco nos dan este tipo de educación, así que cuando la mujer sale a trabajar, por lo general, no tiene ni la menor idea de lo que tiene que hacer con su dinero.

Este es un tema muy confuso porque las mujeres por lo general están muy atrasadas en lo que respecta a la educación financiera. No es que los hombres estén muy bien informados pero a ellos se les empujó más a que aprendieran a manejar el dinero por aquello de que son los “proveedores” del hogar, aunque esto, ahora, está cambiando a pasos agigantados.

A los niños se les dice que tienen que ser buenos para las matemáticas mientras que las niñas se dedican más a las ciencias sociales. Tal vez esta sea una de las causas por las que  las mujeres traemos una carga de vergüenza en materia de dinero y no nos atrevemos a confesar que no tenemos ni la menor idea de lo que queremos, debemos o podemos hacer con él.

Se podría decir que en los años 50 y, tal vez, hasta los 70, la mujer era ama y señora del hogar y tenía un gran poder sobre las decisiones económicas tomadas dentro del mismo pero lo ejercía indirectamente. Influía desde un segundo plano y siempre dentro del ámbito de lo privado, en lo doméstico. A partir de fines de los 60, se comenzó con un involucramiento muchísimo mayor ya no sólo en la administración del dinero sino en la conquista de la independencia financiera, es decir, en ganar ese dinero. Es la era de las superpoderosas, mujeres que en algún punto no sólo comienzan a ponerse en pie de igualdad con los hombres sino que adoptan sus modos. Hoy ese modelo ha evolucionado, la independencia económica de las mujeres es un hecho y su poder en ese ámbito una realidad contundente, por lo que nos permitimos relacionarnos con el dinero de un modo más acorde a nuestra naturaleza. No nos hace falta masculinizarnos sino que nuestra sensibilidad y aspectos emocionales también se expresan en nuestra forma de manejar el dinero. 

 
El “precio” de ser Mujer. El manejo del dinero en la pareja y sus consecuencias

Susana Cypin


Dinero, tema escabroso si los hay, y que causa muchas veces peleas y enfrentamientos en las relaciones, entre hermanos, amigos, naciones! Cuanto más en la parejas!

Obviamente, siempre escuchamos decir: “cada pareja es un mundo…” y cada una sabrá como resuelve sus diferencias sobre este tema,

Pero sabemos que, puertas adentro, existen siempre contratos, implícitos, (que no fueron hablados) que definirán de que manera se distribuyen roles, se establecen reglas sobre tareas y responsabilidades, los espacios propios y comunes y también sobre el manejo del dinero. El dar por sentado estas cuestiones y no hablarlas llevan a vincularnos de manera disfuncional, generando rencores y resentimientos.

Estas conductas seguirán patrones adquiridos en las propias familias de origen, pero de ninguna manera podemos dejar de lado los mandatos sociales y culturales, que históricamente han situado a los hombres  como “naturales” proveedores, administradores, (“mi marido siempre manejó el dinero, tal así que cuando falleció no sabía ni cuanto gastábamos por mes ni que tenía que pagar”) y a las mujeres gastadoras descontroladas, por lo tanto, esto los habilita a tomar las decisiones importantes con respecto al uso del dinero (“teníamos un pozo en común donde poníamos lo que los dos ganábamos, pero él guardaba a escondidas y compró un auto sin avisarme!!”) porque además la mayoría de las veces son quienes reciben los sueldos más altos.

Por estos tiempos, sabemos que hay situaciones que han cambiado y muchas mujeres son autónomas y económicamente independientes, aún así, en algunos casos suelen delegar las cuestiones administrativas y económicas de sus empresas o negocios a los maridos. (“Ellos son buenos para los números”), o es él quien administra los sueldos (“resulta que desde que nos separamos, dispongo de más plata que antes!”). También cuando la mujer gana más que su marido, porque “ no puede demostrar a los demás que ella me mantiene”.   

Los mitos que siguen sosteniendo al hombre como “superior” en estas cuestiones económicas lo dejan prisionero de la exigencia de llevar sobre sus espaldas la carga de “mantener” a su familia, (y las consecuencias no tardan en evidenciarse cuando de golpe, pierden el trabajo). Si hay un “superior”, hay otro “inferior”, en este caso las dificultades que representan para las mujeres relacionarse con el dinero y la manera de acceder al mismo, provocan baja valoración de sí mismas, y terminan convenciéndose que la única manera de conseguirlo sería a través de una pareja, y hoy todavía escuchamos decir “lo eligió solo por su dinero”, “buscate uno que te mantenga!”.

En sociedades donde las desigualdades de género se han reducido, y las posibilidades laborales y de ingresos son más igualitarias, también se manifiestan diferencias con respecto al manejo y uso del dinero, siendo que muchas veces las mujeres relegan sus propios intereses y necesidades, ante los de la familia. Tal vez por presiones internas, y por ideologías de género, que siguen sosteniendo una posición “subordinada” disfrazada de una expresión de amor y cuidado hacia los otros. 

Bibliografía:
-CORIA, CLARA, “El dinero en la pareja”, Ed. Paidós, (2003)
- Bajo la aparente igualdad de género. El reparto del dinero en las familias suecas. . Charlott Nyman, Lasse Reinikainen and Lasse Reeinikainen Ábaco 2 Epoca, No. 29/30, La familia en el siglo XXI (2001), pp. 29-38 Published by: Centro de Iniciativas Culturales y Estudios Economicos y Sociales (CICEES) . :http://www.jstor.org/stable/20796683
- http://blog.edmond.cl/2012/10/17/matrimonio-mismas-metas-diferentes-ingresos/

 

 

 

31/7/14



Prácticas patriarcales en nuestros cuerpos



Clr Paola Gentile – Clr. Cristina Zóccola




Existe un lugar en donde las prácticas patriarcales realizan su inscripción visible y ese lugar es el cuerpo femenino.

Históricamente desde esta ideología, que se ha servido de múltiples claves, signos, artificios, trampas, costumbres, creencias y complicidades, el cuerpo de las mujeres, ha sido tratado como un objeto, ya sea para atraer, complacer, saciar o satisfacer deseos, caprichos o necesidades de otros

Ha pertenecido al mundo de las cosas y se lo ha considerado como “cuerpo para los otros”.

La mirada patriarcal lo define como bello o feo, dicta las medidas de su belleza, lo excluye o exacerba en su sensualidad, le asigna roles y espacios sociales, regula y se adueña del funcionamiento de su actividad sexual y de su capacidad reproductora. Y esa misma mirada lo ha condenado de múltiples y nefastas maneras; a lo largo de los siglos ha sido usado para rituales, quemado en la hoguera, apedreado en la plaza pública, utilizado como botín de guerra…

No solo se han apropiado de un lugar tan sagrado como es nuestro cuerpo, sino que nos han despojado de nuestra humanidad, cada atentado llevado adelante en contra del lugar físico donde concretamente se ha realizado el daño, afecta  y atraviesa nuestra alma, nuestra vida entera.



En este análisis, reflexionaremos desde nuestra actualidad, por un lado sobre el mito de la belleza como una manera sutil, que puede pasar desapercibida hasta que se intenta poner nombre y darle significado a lo que parecerían ser cuestiones tan triviales como es el aspecto. Y por otro nos detenemos puntualmente a algunas situaciones o hechos donde el cuerpo es el depositario de la violencia.

El mito de la belleza

En occidente vivimos en la era de la cirugía estética donde todo parece posible. Los cuerpos tratan de adaptarse a los deseos y esto lleva a una sobrevaloración del envase sin importar demasiado el contenido.

Naomi Wolf en su libro titulado “El mito de la belleza” nos dice que “Al liberarse las mujeres de la mística femenina de la domesticidad, el mito de la belleza vino a ocupar su lugar y se expandió para llevar a cabo su labor de control social”. Wolf explica que hay algo oculto en que asuntos tan triviales como todo lo relacionado con el aspecto físico, el cuerpo, la cara, el pelo y la ropa tengan tanta importancia. Ya que el mito de la belleza, prescribe una conducta y no una apariencia. “Lo más importante es que la identidad de las mujeres debe apoyarse en la premisa de la belleza, de modo que las mujeres se mantendrán siempre vulnerables a la aprobación ajena, dejando expuesto a la intemperie ese órgano vital tan sensible que es el amor propio”.

Todo el tiempo estamos siendo bombardeadas con “ideales de belleza” imposibles de alcanzar, que solo nos llenan de desencanto y enfermedad.

Sabemos que la bulimia y la anorexia son las epidemias de ésta época y en muchos ámbitos somos condenadas y excluidas por la pérdida de la juventud. 

El depositario de la violencia física y sexual 
Con profundo pesar, sufrimos cotidianamente al encontrarnos con infinitas situaciones de sometimiento y dominación.

Todos los días y en todas partes del mundo el cuerpo femenino es el depositario de la violencia física y sexual y esto sin distinción de edad, cultura o religión.



Es el cuerpo femenino, el que recibe los golpes, las quemaduras, las fracturas, las cuchilladas, los disparos…

Es el cuerpo femenino el que es vulnerado, ultrajado, acosado, esclavizado, manoseado, abusado, mutilado, violado…

Es el cuerpo femenino el que es coartado en su libertad cuando a la mujer no se le permite decidir el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos…

Es el cuerpo femenino el que recibe la violencia que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo en los procesos reproductivos…

Es el cuerpo femenino al que se lo condena a habitar ciertos espacios y se le prohíbe participar de otros…

Es al cuerpo femenino al que se le dice como debe vestirse, moverse, comportarse, arreglarse, mostrarse… 

Nuestra tarea

Es necesario que como mujeres pongamos luz a miradas tan oscuras y perversas, hoy llega el momento en que nos apropiemos del cuerpo que “somos”…

Que lo conozcamos, cuidemos, protejamos, defendamos…

Que resignifiquemos su importancia, su valor, como único y preciado instrumento para caminar por la vida ya que través de él podemos explorar nuestra vitalidad a través de infinitas experiencias, sensaciones, gustos, preferencias…

Que reconozcamos y reconciliemos con sus ciclos naturales y los respetemos…

 Y que gocemos y celebremos su perfecta magnificencia…