“No
nacemos mujeres u hombres sino seres humanos”
Los Estudios de la Mujer (Women's
Studies en Inglaterra, o Estudios Feministas, en Francia) se inician en los
países centrales y se expande a otros países a lo largo de las dos últimas
décadas del siglo pasado.
La expresión " Estudios de la Mujer
" identifica los esfuerzos realizados para ampliar y democratizar los
ámbitos académicos, en donde las mujeres no se sentían representadas por estar
excluidas como sujetos y objetos de estudio.
A finales de la década de 1960 se llevan
a cabo las primeras investigaciones y programas académicos en torno de “La
mujer”. Esta etapa histórica coincide y se caracteriza por el despliegue de los
movimientos feministas, cuyas militantes más activas aportan sus experiencias
anteriores en otros movimientos de protestas (pacifistas, derechos civiles,
antibelicistas, de izquierda), lo que les permiten incorporar a sus planteos
propuestas más amplias en cuanto a especificidades de etnia y clase social. A
partir de ahí se conforman organizaciones autónomas de mujeres, “grupos de
concienciación”, elaboración y publicación de boletines, revistas y periódicos,
entre otras tantas manifestaciones culturales.
Estas producciones culturales, en
paralelo a la producción académica sistematizada posibilitaron el desarrollo de
cátedras, cursos e institutos de investigación sobre la mujer en el ámbito
universitario. Inicialmente tomaron como modelo los programas de “Black's
Studies”, iniciados por estudiantes y académicos negros en la década de 1960, y se crearon entonces los programas de
“Women's Studies”
Los Estudios de la Mujer significaron
una revolución del conocimiento tanto o más impactante que el fenómeno de
ingreso femenino masivo a la educación universitaria que tuvo lugar en la
segunda mitad del siglo XX. Se necesitó la presencia numerosa y activa de
mujeres en las carreras terciarias y en el mundo académico para dar este salto
cualitativo. Su impacto se hace visible sobre todo en el campo humanístico y de
las ciencias sociales.
Los Estudios de la Mujer pueden
definirse como una corriente interdisciplinaria y con un carácter heterogéneo
en sus marcos teóricos, metodológicos e instrumentales. En líneas generales, se
corporiza en el escenario académico a través de seminarios específicos dentro
de los currículos, como programas.
Desde sus inicios, las estrategias y las
metodologías utilizadas por los Estudios de la Mujer han tenido como objeto
hacer visible lo que se mostraba invisible para la sociedad. Ello se reveló
útil en la medida en que permitió visibilizar el lugar en el que las mujeres
habían sido social y subjetivamente colocadas; desmontar la pretendida
"naturalización" de la división socio-sexual del trabajo; revisar su
exclusión en lo público y su sujeción en lo privado, así como cuestionar la
retórica presuntamente universalista de la ideología patriarcal. Es así que las
grandes corrientes teóricas revisan hacia el interior sus propias producciones
en un intento de superar el sesgo sexista que las impregna.
A partir de los resultados obtenidos en
la producción de conocimientos y las experiencias acumuladas en los Estudios de
la Mujer, se comienza entonces a perfilar una corriente más abarcadora e
incluyente que busca nuevas formas de construcciones de sentido que permitirán
avanzar integrando ahora la “dialéctica de los sexos” .
Se perfila así el surgimiento de los
“Estudios de Género”. Los Estudios de Género aportan una construcción de
sentido para ambos sexos que proporciona nuevas perspectivas a viejos
problemas, los redefine en términos nuevos y hace visibles a las mujeres no
sólo por ser mujeres sino también por ser sujetos con historia dentro de una
historia más amplia y total que contiene y comprende a la experiencia humana.
Los Estudios de la Mujer primero, y
posteriormente los Estudios de Género, han realizado al interior de cada
disciplina, una labor deconstructiva y reconstructiva de las condiciones de
producción, reproducción y transformación de sus nociones básicas.
Los Estudios de Género, desde una
perspectiva multidisciplinaria, han creado un cuerpo de conocimientos que da
cuenta de las razones históricas, sociales, económicas, políticas y simbólicas,
que han dado fundamento a la desigualdad entre hombres y mujeres, y de qué modo
esta desigualdad se reproduce en el interior mismo del conocimiento científico.
Las disciplinas mismas han sido objeto de un minucioso trabajo de
deconstrucción y elucidación crítica, dejando en descubierto el carácter
sexista de muchos de sus paradigmas legitimantes.
El interés e interrogantes que en un
primer momento tuvieron como centro a la mujer, se dirigen ahora hacia las
diferencias intragéneros, las relaciones de poder y la violencia entre los
géneros, o sobre el futuro mismo del sistema sexo – género.
En la década de los ochenta aparecen también
estudios sobre masculinidad y surgen así grupos de autoconciencia de varones y
literatura abundante en torno del perfil diferenciador entre masculinidad y
machismo. Los hombres comienzan a reflexionar, fuera de los cánones
tradicionales sexistas, acerca de la reubicación de las mujeres, y cómo afecta
y transforma sus lugares y su identidad genérica.
Por otra parte, para esa misma época
surgieron críticas y aportes provenientes de los estudios postcoloniales que
también influyeron en los feminismos y en los estudios de género que así
incorporaron las vertientes étnicas, de opciones sexuales no hétero y de las
posiciones subalternas. Dicha incorporación fue fundamental para una reflexión
del feminismo sobre sí mismo y para dar un salto cualitativo en la
complejización teórica incorporando las influencias de las teóricas
postestructuralistas y poscoloniales, las de las feministas negras, las
epistemólogas feministas de las ciencias naturales y los aportes de las
pensadoras lesbianas. Estas posturas feministas serán también críticas del
binarismo (naturaleza=sexo/cultura=género) planteando que uno de los problemas
de mantener un concepto de género binario, relacional y global, es que facilita
caer en el error de invisibilizar las diferencias al interior mismo de “las
mujeres” y las opresiones que allí se ejercen. Esto implicará un debate sobre
la utilidad o no del concepto “género” o la resignificación del mismo a partir
de nuevas reflexiones que suponen el rechazo de la perspectiva dicotómica.
En los últimos años como producto de los
análisis de la construcción de la identidad sexual y la diversidad,
influenciados por los planteamientos derivados de las teorías
posestructuralistas se suman los aportes de los movimientos queer y sus
producciones teóricas. La teoría queer
plantea un análisis de las desigualdades sociales en busca de la
legitimación de sexualidades y géneros no normativos y pensados desde la
diferencia. Cuestiona categorías como identidad, género y sexualidad en su
característica de categorías fijas, con el fin de profundizar en el análisis de
la subjetividad y los procesos de subjetivación contemporáneos.
Bibliografía consultada: Gamba, Susana. (2007) Diccionario de estudios de género y femeinsimos. Editorial Biblos.
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