LAS MUJERES Y EL DINERO
Clr. Cristina Zóccola
A
lo largo de la historia las mujeres han tenido un papel secundario en cuestión
de dinero. Hasta no hace mucho tiempo no tenían acceso a ser dueñas de
propiedades y sus maridos eran los amos y señores de cualquier cosa de valor,
salvo en el caso de alguna que otra que por la viudez tenía que hacerse cargo
por ella misma o encontrar otro marido que tomara la rienda de los negocios y
propiedades.
Con
estos antecedentes es fácil saber por qué a la mujer le cuesta tanto trabajo
tomar el control de sus finanzas pues históricamente vienen cargando la
ignorancia del manejo del dinero.
También,
en general, en la mayoría de las familias no se habla de dinero y mucho menos
se da educación financiera, todo lo que se aprende es a base de la observación
y generalmente no son cosas muy positivas. En la escuela tampoco nos dan este
tipo de educación, así que cuando la mujer sale a trabajar, por lo general, no
tiene ni la menor idea de lo que tiene que hacer con su dinero.
Este
es un tema muy confuso porque las mujeres por lo general están muy atrasadas en
lo que respecta a la educación financiera. No es que los hombres estén muy bien
informados pero a ellos se les empujó más a que aprendieran a manejar el dinero
por aquello de que son los “proveedores” del hogar, aunque esto, ahora, está
cambiando a pasos agigantados.
A
los niños se les dice que tienen que ser buenos para las matemáticas mientras
que las niñas se dedican más a las ciencias sociales. Tal vez esta sea una de
las causas por las que las mujeres
traemos una carga de vergüenza en materia de dinero y no nos atrevemos a
confesar que no tenemos ni la menor idea de lo que queremos, debemos o podemos
hacer con él.
Se
podría decir que en los años 50 y, tal vez, hasta los 70, la mujer era ama y
señora del hogar y tenía un gran poder sobre las decisiones económicas tomadas
dentro del mismo pero lo ejercía indirectamente. Influía desde un segundo plano
y siempre dentro del ámbito de lo privado, en lo doméstico. A partir de fines
de los 60, se comenzó con un involucramiento muchísimo mayor ya no sólo en la
administración del dinero sino en la conquista de la independencia financiera,
es decir, en ganar ese dinero. Es la era de las superpoderosas, mujeres que en
algún punto no sólo comienzan a ponerse en pie de igualdad con los hombres sino
que adoptan sus modos. Hoy ese modelo ha evolucionado, la independencia
económica de las mujeres es un hecho y su poder en ese ámbito una realidad
contundente, por lo que nos permitimos relacionarnos con el dinero de un modo
más acorde a nuestra naturaleza. No nos hace falta masculinizarnos sino que
nuestra sensibilidad y aspectos emocionales también se expresan en nuestra
forma de manejar el dinero.
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