Si bien desde hace décadas las mujeres fuimos logrando cambios que nos posicionan positivamente en relación con nuestras pares de generaciones anteriores, relacionados con los roles que ocupamos en lo público y lo privado, definidos históricamente desde las desigualdades de género, hay todavía cambios sustanciales que necesitamos seguir trabajando.

La intención que nos anima es crear espacios donde poder compartir experiencias, reflexionar y construir colectivamente aprendizajes significativos que nos faciliten tomar conciencia de nuestra situación actual y nos permitan imaginar relaciones y prácticas transformadoras que surjan desde nosotras y puedan expandirse…

Integrantes de Equipo MuMi

Clr. Mariana L. Rezk, Clr. Susana Cypin, Clr. Paola Gentile, Clr. Cristina Zóccola

11/10/13

De mujeres, roles y máscaras.


Clr. Paola Gentile

Probablemente no sea un mero accidente histórico que el significado de la palabra persona sea máscara, es más bien un reconocimiento al hecho de que siempre cada un@ de nosotr@s representa un rol.

Reflexionaremos sobre este rol en función de nuestro sexo – femenino -ya que desde que nacemos, socialmente se nos va transmitiendo explícita o implícitamente que papeles o roles tenemos que desempeñar, que se espera de nosotras, como debemos actuar y relacionarnos, como y que debemos y podemos sentir,  pensar, hacer…

En este gran teatro  que es el mundo, mujeres y hombres se convierten en actrices y actores y según interpreten mejor o peor ese papel ya asignado, el público – la sociedad – los aplaudirá o censurará. La crítica juzgará cuanto se acerca o aleja cada cual de los estereotipos, definidos como el conjunto de creencias generalizadas en los cuales se atribuyen rasgos, comportamientos y expectativas.

La gran tragedia termina siendo cuando lo esperable y aceptado socialmente para nuestro género, lo introyectamos a nuestra vida como válido y verdadero y así vamos ajustando nuestras experiencias a este “deber ser”, usando la máscara “apropiada” para cada puesta en escena, quizás sin ser conscientes de nuestra elección, de nuestro protagonismo.

Históricamente el director teatral ha sido el patriarcado, que como sistema de organización social, política, económica y religiosa  se basa en la idea de autoridad y liderazgo del varón. Este modelo ha dado como resultado una asimétrica distribución del poder en las relaciones entre los varones y mujeres, desigualdad que desvaloriza lo femenino subordinándolo  a lo masculino ya que en la distribución escénica el espacio se ha divido entre “lo publico” (a la vista de todos) para los varones y “lo privado” (lo familiar, doméstico por lo tanto invisibilizado) para las mujeres.

De lo anterior se desprende que a las mujeres se nos han asignado papeles secundarios y de reparto que como tales no han sido reconocidos ni legitimados, más allá de las limitaciones con las que nos hemos topado para el crecimiento personal. Si bien el avance de las mujeres en el espacio público es notable aun hay mucho por recorrer en el camino de la igualdad.

Por eso hoy, es necesario y urgente que nos detengamos a pensar, a cuestionar los mandatos sociales y contactar en cómo estamos llevando adelante la función de nuestras vidas  para que cuando se escuche la voz que nos diga: luz, cámara, acción!! Sea la voz de nuestro  interior.

Para finalizar cito a Carl Rogers quien nos expresa en referencia a las afirmaciones de una clienta en su proceso de llegar a ser, tras descubrirse en su propia experiencia:


“Ser ella misma implica descubrir la unidad y armonía existentes en sus verdaderos sentimientos y reacciones, y no tratar de imponer una máscara a su experiencia o imprimirle una forma o estructura que distorsione su verdadero significado”

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