Clr María Silvina Munné
Alguna vez escuchaste que “las mujeres” son dependientes?, débiles? sentimentales?, frágiles?, volubles?, tímidas?, hogareñas?, pasivas?, poco inteligentes?, subjetivas?, sobreprotectoras?, pacientes?,cuidadoras? cooperativas?, amorosas?,tiernas? sacrificadas?
Y que “los hombres” son proveedores?, independientes?, fuertes?, racionales?, protectores?, aventureros? activos?, ambiciosos? objetivos?
impetuosos? líderes? competitivos?
Los estereotipos son generalizaciones sobre características de un grupo social sobre las que hay un acuerdo básico. Tendrían un valor funcional y
adaptativo, porque permiten comprender el mundo de manera simplificada, ordenada, coherente, e incluso proveerían datos para una determinada
posibilidad de predicción de acontecimientos futuros, economizando esfuerzos analíticos, tiempo y preocupaciones para enfrentarnos a un medio social siempre desconocido, cambiante, desordenado y caótico en el que queremos adaptarnos y sentirnos seguros. Los estereotipos tienen una función muy importante para la socialización del individuo ya que facilitan la identidad social, al aceptar e identificarse con los estereotipos dominantes en dicho grupo se siente integrado en él.
Pero también la relación entre los conceptos «estereotipo», «prejuicio» y «discriminación» es muy estrecha.
Al referirnos a “estereotipos de género” consideramos que los sistemas de género comprenden al conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anatómico-fisiológica y que dan sentido a las relaciones entre personas sexuadas.
Los estereotipos de género son rígidos, dicotómicos, excluyentes, desiguales y jerarquizados y condicionan a las personas y limitan las potencialidades humanas al estimular o reprimir los comportamientos en función de su adecuación al género creando no solo barreras externas sino también internas.
Los estereotipos son transmitidos en el proceso de socialización: primaria, a través de los modelos familiares (lo que niñas y niños viven, observan, escuchan, nombran), luego es continuada por la escuela y reforzada permanentemente por los medios de comunicación.
Un ejemplo interesante es la investigación del Dr. Walter Mischel, de la Universidad de Standford, California llevada a cabo un hospital. Se trataba de que grupos de estudiantes, profesionales y otras personas (electricistas, secretarias, choferes, etc.) pasaran un rato observando a los bebés recién nacidos y apuntaran sus observaciones. Durante más de seis meses participaron todo tipo de personas, de distintas formaciones, niveles socioeconómicos y pertenencias culturales. Las enfermeras tenían la consigna de, cuando iba a llegar un grupo observador, ponerles mantitas rosas a los varones y celeste a las niñas. Los resultados de la observación fueron los esperados. Los observadores se dejaron influir por el color de las mantitas y escribieron en sus reportes: "es una niña muy dulce" o "es un muchachito muy dinámico”. El género asignado a los bebés solo por el color de la manta fue lo que condicionó la respuesta de las personas.
La “perspectiva de género” ha permitido reconocer, visibilizar, des“naturalizar” los estereotipos que determinan relaciones asimétricas, de poder entre los géneros, que han sido constituidas social e históricamente y son constitutivas de las personas; que atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad, preferencia sexual y religión.
La perspectiva de género y de “géneros” (femenino, masculino, trans, queer y más allá…) favorece el ejercicio de una mirada crítica y cuestionadora de la realidad para reconocer, expresar, comunicar, denunciar, transformar la situación de las personas, de la opresión a la libertad, del condicionamiento al desarrollo y despliegue. Nos permite ir creando nuevas construcciones de sentido, para que todas las personas se relacionen a través de vínculos no jerarquizados ni discriminatorios. Aportando así nuevas perspectivas a viejos problemas, los actualizará, resignificará, hará visibles a todxs por ser sujetos con historia dentro de una historia más amplia y total que contiene y comprende a la experiencia humana.
Bibliografía:
Bellucci, Mabel 1992 “De los estudios de la mujer a los estudios de género: han recorrido un largo camino” en Fernández A. M. (comp.) Las mujeres en la imaginación colectiva (Buenos Aires: Paidós).
Gamba, Susana 2011 ”Estudios de género/ perspectiva de género” en Investigaciones y Publicaciones del Observatorio de Equidad de Género, Dirección de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Buenos Aires).
González Gabaldón, Blanca 1999 “Los estereotipos como factor de socialización en el género” en Comunicar (Sevilla) N°12.
Lamas, Marta ” La perspectiva de género” en Educación y Cultura (Jalisco, Sección 47 , Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación)
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Recomendaciones
del Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión:
Fueron
realizadas con el objeto de procurar una comunicación inclusiva y que no
reproduzca estereotipos que fomenten la discriminación y la
estigmatización de distintos colectivos sociales. Se trata de pautas
generales y específicas sencillas pensadas para que a través de su
aplicación cambien contenidos discursivos que circulan en los medios en
forma naturalizada, legitimando de modo voluntario o involuntario,
desigualdades hacia ciertos grupos:
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Librería
de Mujeres especializada con material siempre actualizado y libros
difíciles de conseguir y tienen un
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Libro para
acercarse al tema género, sacarnos dudas y compartir con hijxs y
alumnxs:
Castillo,
Irene. Manual de género para niñas, niños y adolescente: mayores de 12
años. Buenos Aires: Centro Cultural de
España en Buenos Aires. Grupo de
estudios Sociales, 2010.
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