Recuerde que aquí no hay trampas, no hay cosas escondidas, todo está a
la vista. Algo más: si no conoce el ejemplo, permítame una sugerencia.
Trate de pensarlo solo/a porque vale la pena, en particular, porque
demuestra que lo que usted cree sobre usted misma/o, a lo mejor no es
tan cierto. O, en todo caso, es incompleto.
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Antonio, el padre de Roberto, un niño de 8 años, sale manejando desde
su casa en la Capital Federal y se dirige rumbo a Mar del Plata.
Roberto, va con él. En el camino se produce un terrible accidente. Un
camión, que venía de frente, se sale de su sector de la autopista y
embiste de frente al auto de Antonio. El impacto mata instantáneamente a
Antonio, pero Roberto sigue con vida. Una ambulancia de la
Municipalidad de Dolores llega casi de inmediato, advertida por quienes
fueron ocasionales testigos, y el niño es trasladado al Hospital Zonal.
No bien llegan, los médicos de guardia comienzan a tratar al nene con
mucha dedicación pero, luego de charlar entre ellos y estabilizarle las
condiciones vitales, deciden que no pueden resolver el problema de
Roberto. Necesitan consultar. Además, advierten sobre el riesgo de
trasladar al niño, y por eso deciden dejarlo internado allí, en Dolores.
Luego de las consultas pertinentes, se comunican con el Hospital de
Niños de la Capital Federal y finalmente conversan con una eminencia en
el tema a quien ponen en autos de lo ocurrido. Como todos concuerdan que
lo mejor es dejarlo a Roberto en Dolores, la eminencia decide viajar
directamente desde Buenos Aires hacia allá. Y lo hace. Los médicos del
lugar le presentan el caso y esperan ansiosos su opinión. Finalmente,
uno de ellos es el primero en hablar: '¿Está usted en condiciones de
tratar al nene?', pregunta con un hilo de voz. Y obtiene la siguiente
respuesta: '¡Cómo no lo voy a tratar si es mi hijo!'.
Bien,
hasta aquí, la historia. Está en usted el tratar de pensar una solución,
de manera que tenga sentido. Le insisto en que aquí no hay trampas, no
hay nada oculto. Y antes de que lea la solución, quiero agregarle
algunos datos: a) Antonio no es el padrastro. b) Antonio no es un cura.
Ahora sí, lo/a dejo a usted con su imaginación. Eso sí, le sugiero que
lea otra vez la descripción del problema y, créame, es muy ... muy
sencillo. # La solución más abajo # Pero EVITE leerla hasta intentar
solucionarlo # La solución Lo notable de este problema es lo SENCILLO
de la respuesta. Peor aún: no bien la lea, si es que usted no pudo
resolverlo, se va a dar la cabeza contra la pared pensando, ¿cómo puede
ser posible que no se me hubiera ocurrido?
La solución es que la EMINENCIA de la que se habla, es la MADRE.
Este punto es clave en toda la discusión del problema. Como se advierte
(si quiere vuelva y relea todo), nunca se hace mención al sexo de la
eminencia. En ninguna parte. Pero nosotras/os tenemos tan internalizado
que las eminencias tienen que ser hombres que no podemos pensarla mujer.
Y esto va mucho más allá de que, puestas/os ante la disyuntiva
explícita de decidir si una eminencia puede o no puede ser una mujer,
creo que ninguna/o de nosotras/os dudaría en aceptar la posibilidad
tanto en una mujer como en un hombre. Sin embargo, en este caso, falla.
No siempre se obtiene esa respuesta.
Más aún: hay muchas mujeres que no
pueden resolver el problema y cuando conocen la solución se sienten
atrapadas por la misma conducta machista que condenan. En fin, creo que
es un ejercicio muy interesante para testear nuestras propias
complicaciones y laberintos internos.
(Por: Adrián Paenza)
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