Si bien desde hace décadas las mujeres fuimos logrando cambios que nos posicionan positivamente en relación con nuestras pares de generaciones anteriores, relacionados con los roles que ocupamos en lo público y lo privado, definidos históricamente desde las desigualdades de género, hay todavía cambios sustanciales que necesitamos seguir trabajando.

La intención que nos anima es crear espacios donde poder compartir experiencias, reflexionar y construir colectivamente aprendizajes significativos que nos faciliten tomar conciencia de nuestra situación actual y nos permitan imaginar relaciones y prácticas transformadoras que surjan desde nosotras y puedan expandirse…

Integrantes de Equipo MuMi

Clr. Mariana L. Rezk, Clr. Susana Cypin, Clr. Paola Gentile, Clr. Cristina Zóccola

29/11/14

Equipo MuMi Nuestra historia, nuestro recorrido


En el año 2012, conformamos un grupo de 5 counselors, para empezar a profundizar y trabajar la temática de Counseling y género.
Fuimos convocadas por Mariana Rezk, quien, desde sus estudios de Antropología, llevaba un camino recorrido de capacitación y profundización en esta temática, además como coordinadora de la carrera de Counseling y docente en diferentes instituciones, sumado al acompañamiento de mujeres madres, desde la crianza, pudo ver el interesante enriquecimiento que resultaría de complementar el acompañamiento y la escucha a mujeres, desde el Counseling con una mirada de género. Las otras integrantes, somos quien les habla, Silvina Munné, Paola Gentile, Cristina Zoccola, Susana Cypin.
Las primeras reuniones que tuvimos como equipo, sirvieron de aproximación y conocimiento de la materia, lo que nos permitió que cada una de nosotras fuera encontrando intereses específicos sobre los cuales poder capacitarnos y profundizar, a saber: trabajo con mujeres en edad media, diversidad, violencia de género, feminismo, espiritualidad y género.
Más allá de los intereses particulares que cada una de nosotras fue descubriendo, tratamos de delinear los objetivos sobre los cuales ofreceríamos nuestro acompañamiento como Equipo, tratando de realizar un cruce entre counseling y género, poder ofrecer actividades a profesionales y estudiantes de counseling, enriqueciendo el quehacer profesional desde las teorías de género.
Las actividades que  presentamos tienen dos pilares fundamentales, que son la capacitación y los encuentros reflexivos, ambos presentados en talleres participativos, evaluando  que de esta manera sería más rica la experiencia si podemos juntas, compartir experiencias, profundizar, analizar,  reflexionar y lograr un aprendizaje significativo, que lejos de marcar diferencias, promuevan una mirada crítica sobre nuestros quehaceres cotidianos, nuestras elecciones, y el modo de vincularnos, influenciados por mandatos, modelos y costumbres socio culturales.
Teniendo en cuenta, que históricamente la ciencia y las teorías desarrolladas en todos sus ámbitos, tienen un sesgo de género, “dado que el conocimiento científico no se produce en forma disociada de los sujetos que lo producen, sino que se gesta en el seno de condiciones sociales, culturales y económicas que lo determinan históricamente” es que nos proponemos profundizar en la teoría desarrollada por C. R., del enfoque centrado en la persona, para desglosar los conceptos principales de la teoría y tratar de enriquecerlos desde los conceptos de género, en función de lograr un acompañamiento más auténtico en hombres y mujeres.
De esta manera, las actividades de capacitación que ofrecemos, tienen como objetivo poder reflexionar sobre elecciones y quehacer profesional, desde una perspectiva de género, vemos que profesiones de ayuda y docencia, como así también profesiones relacionadas con el cuidado (enfermería,) son desarrolladas mayormente por mujeres, existiendo en el imaginario social, la idea de que las mujeres poseen una capacidad innata de mayor comprensión, cuidado y sensibilidad, idea que, teñida por los estereotipos de género, deviene como producto de la división social y sexual del trabajo, a partir de la cual, las profesiones se podrían relacionar con el poder. De esta manera, se podrían jerarquizar las profesiones, lo cual les otorga determinado valor, que al final se representa en los salarios y honorarios.
En algunos de nuestros talleres, propusimos a las participantes, actividades de autoexploración sobre dos  ejes principales, el Ser Mujer y el Ser Persona con el objetivo de reconocer si, en estas dos dimensiones podemos desarrollarnos de la misma manera. Así comprobamos que en muchos casos, el peso de los estereotipos sociales, los mandatos familiares introyectados, limitan el Ser Persona siendo Mujer. El despliegue de las potencialidades no se da al máximo de su capacidad.
Otro dato notorio fue que desde que empezamos nuestras actividades fuimos recibiendo distintas resonancias positivas sobre las mismas: mujeres que mostraban entusiasmo, interés y adhesión a los temas presentados pero que no se animaban aún a participar, a comprometerse. Empezamos a trabajar entre nosotras, la importancia y la dificultad de la toma de conciencia, y descubrimos en muchas oportunidades se presentan temores, al cambio, a perder la red que nos “protege”, a tomar rienda de nuestra vida.
Entonces nos preguntamos, ¿podemos ser  congruentes con nosotras mismas en una sociedad de base patriarcal, cuando no podemos todavía aceptarnos protagonistas del cambio?
Pensar con la categoría de genero presente ayuda a revisar nuestros conceptos sobre qué es la humanidad y qué es naturaleza y ampliar nuestro sentido de la condición humana. Es así que pensar con mirada de género implica  aprender sobre las mujeres y también aprender sobre los hombres, ya que los estudios de género son una manera de comprender a las mujeres no como un aspecto aislado de la sociedad sino como parte integral de ella.
Nos proponemos seguir caminando juntas, difundir, profundizar en el enriquecimiento que surja de la integración de género y counseling, compartir experiencias, invitar, abrir puertas que nos permitan espacios más integrados, vínculos auténticos y un camino pleno para Mujeres y Hombres, donde cada unx pueda ser quien elija ser.

Historia de los estudios de la mujer a los estudios de género



“No nacemos mujeres u hombres sino seres humanos”

Los Estudios de la Mujer (Women's Studies en Inglaterra, o Estudios Feministas, en Francia) se inician en los países centrales y se expande a otros países a lo largo de las dos últimas décadas del siglo pasado.  
La expresión " Estudios de la Mujer " identifica los esfuerzos realizados para ampliar y democratizar los ámbitos académicos, en donde las mujeres no se sentían representadas por estar excluidas como sujetos y objetos de estudio. 
A finales de la década de 1960 se llevan a cabo las primeras investigaciones y programas académicos en torno de “La mujer”. Esta etapa histórica coincide y se caracteriza por el despliegue de los movimientos feministas, cuyas militantes más activas aportan sus experiencias anteriores en otros movimientos de protestas (pacifistas, derechos civiles, antibelicistas, de izquierda), lo que les permiten incorporar a sus planteos propuestas más amplias en cuanto a especificidades de etnia y clase social. A partir de ahí se conforman organizaciones autónomas de mujeres, “grupos de concienciación”, elaboración y publicación de boletines, revistas y periódicos, entre otras tantas manifestaciones culturales.
Estas producciones culturales, en paralelo a la producción académica sistematizada posibilitaron el desarrollo de cátedras, cursos e institutos de investigación sobre la mujer en el ámbito universitario. Inicialmente tomaron como modelo los programas de “Black's Studies”, iniciados por estudiantes y académicos negros en la década de 1960,  y se crearon entonces los programas de “Women's Studies”
Los Estudios de la Mujer significaron una revolución del conocimiento tanto o más impactante que el fenómeno de ingreso femenino masivo a la educación universitaria que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XX. Se necesitó la presencia numerosa y activa de mujeres en las carreras terciarias y en el mundo académico para dar este salto cualitativo. Su impacto se hace visible sobre todo en el campo humanístico y de las ciencias sociales.
Los Estudios de la Mujer pueden definirse como una corriente interdisciplinaria y con un carácter heterogéneo en sus marcos teóricos, metodológicos e instrumentales. En líneas generales, se corporiza en el escenario académico a través de seminarios específicos dentro de los currículos, como programas.
Desde sus inicios, las estrategias y las metodologías utilizadas por los Estudios de la Mujer han tenido como objeto hacer visible lo que se mostraba invisible para la sociedad. Ello se reveló útil en la medida en que permitió visibilizar el lugar en el que las mujeres habían sido social y subjetivamente colocadas; desmontar la pretendida "naturalización" de la división socio-sexual del trabajo; revisar su exclusión en lo público y su sujeción en lo privado, así como cuestionar la retórica presuntamente universalista de la ideología patriarcal. Es así que las grandes corrientes teóricas revisan hacia el interior sus propias producciones en un intento de superar el sesgo sexista que las impregna.
A partir de los resultados obtenidos en la producción de conocimientos y las experiencias acumuladas en los Estudios de la Mujer, se comienza entonces a perfilar una corriente más abarcadora e incluyente que busca nuevas formas de construcciones de sentido que permitirán avanzar integrando ahora la “dialéctica de los sexos” .
Se perfila así el surgimiento de los “Estudios de Género”. Los Estudios de Género aportan una construcción de sentido para ambos sexos que proporciona nuevas perspectivas a viejos problemas, los redefine en términos nuevos y hace visibles a las mujeres no sólo por ser mujeres sino también por ser sujetos con historia dentro de una historia más amplia y total que contiene y comprende a la experiencia humana.
Los Estudios de la Mujer primero, y posteriormente los Estudios de Género, han realizado al interior de cada disciplina, una labor deconstructiva y reconstructiva de las condiciones de producción, reproducción y transformación de sus nociones básicas.
Los Estudios de Género, desde una perspectiva multidisciplinaria, han creado un cuerpo de conocimientos que da cuenta de las razones históricas, sociales, económicas, políticas y simbólicas, que han dado fundamento a la desigualdad entre hombres y mujeres, y de qué modo esta desigualdad se reproduce en el interior mismo del conocimiento científico. Las disciplinas mismas han sido objeto de un minucioso trabajo de deconstrucción y elucidación crítica, dejando en descubierto el carácter sexista de muchos de sus paradigmas legitimantes.
El interés e interrogantes que en un primer momento tuvieron como centro a la mujer, se dirigen ahora hacia las diferencias intragéneros, las relaciones de poder y la violencia entre los géneros, o sobre el futuro mismo del sistema sexo – género.
En la década de los ochenta aparecen también estudios sobre masculinidad y surgen así grupos de autoconciencia de varones y literatura abundante en torno del perfil diferenciador entre masculinidad y machismo. Los hombres comienzan a reflexionar, fuera de los cánones tradicionales sexistas, acerca de la reubicación de las mujeres, y cómo afecta y transforma sus lugares y su identidad genérica.
Por otra parte, para esa misma época surgieron críticas y aportes provenientes de los estudios postcoloniales que también influyeron en los feminismos y en los estudios de género que así incorporaron las vertientes étnicas, de opciones sexuales no hétero y de las posiciones subalternas. Dicha incorporación fue fundamental para una reflexión del feminismo sobre sí mismo y para dar un salto cualitativo en la complejización teórica incorporando las influencias de las teóricas postestructuralistas y poscoloniales, las de las feministas negras, las epistemólogas feministas de las ciencias naturales y los aportes de las pensadoras lesbianas. Estas posturas feministas serán también críticas del binarismo (naturaleza=sexo/cultura=género) planteando que uno de los problemas de mantener un concepto de género binario, relacional y global, es que facilita caer en el error de invisibilizar las diferencias al interior mismo de “las mujeres” y las opresiones que allí se ejercen. Esto implicará un debate sobre la utilidad o no del concepto “género” o la resignificación del mismo a partir de nuevas reflexiones que suponen el rechazo de la perspectiva dicotómica.
En los últimos años como producto de los análisis de la construcción de la identidad sexual y la diversidad, influenciados por los planteamientos derivados de las teorías posestructuralistas se suman los aportes de los movimientos queer y sus producciones teóricas. La teoría queer  plantea un análisis de las desigualdades sociales en busca de la legitimación de sexualidades y géneros no normativos y pensados desde la diferencia. Cuestiona categorías como identidad, género y sexualidad en su característica de categorías fijas, con el fin de profundizar en el análisis de la subjetividad y los procesos de subjetivación contemporáneos.

Bibliografía consultada: Gamba, Susana. (2007) Diccionario de estudios de género y femeinsimos. Editorial Biblos.

26/11/14

Modos de subjetivación del género femenino (Tradicional - Transicional - Innovador)



Hacer visible y explorar los aprendizajes en cuanto a los roles de género y como estos se articulan  en el entramado del orden social, nos permite cuestionar su funcionamiento y validez  posibilitando cambios que impactan en el sistema total de valores y significados de las mujeres para lograr una mayor confianza en las propias experiencias.

Veremos en esta oportunidad, el concepto modo de subjetivación; entendido como una construcción conceptual que se refiere a las formas de representación que cada sociedad instituye para la conformación de sujetos aptos para desplegarse en su interior, y las maneras en que cada sujeto constituye su singularidad (Bleichmar, 2005).

No es posible hablar de un modo único de subjetivación de género, ya que las relaciones y expectativas sociales al respecto han representado un cambio vertiginoso a partir de la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del actual.


*Modo tradicional: estas mujeres han estructurado su vida en relación con los valores de la maternidad y la conyugalidad como áreas fundamentales de su desarrollo vital. En sus proyectos de vida no han incluido el desarrollo laboral o profesional, posibilidad reservada únicamente para los varones hasta casi la mitad del siglo XX. Este modelo de mujer tradicional fue construido como estándar de feminidad ligado a las necesidades de la sociedad industrial. Las mujeres (tradicionales) debían estar dispuestas “por amor” a convertir el salario masculino en comida preparada, casa limpia y niños criados y cuidados. A modo de contraprestación, esperaban que los varones las representaran en el espacio público, además de la manutención económica y la protección frente a los peligros y las vicisitudes económicas, políticas y de toda índole.
Desde otro ángulo del análisis, el modelo tradicional de mujer doméstica y sentimentalizada no se ha correspondido con la experiencia real de todas las mujeres ubicadas en el social histórico definido, ya que durante toda la modernidad ha habido algún tipo de presencia de las mujeres en el mercado laboral, sino que ha sido una representación hegemónica con fuerte impacto en la conformación del ideal de estas mujeres.
El mencionado sistema de ideales de estas mujeres está conformado por la maternidad y la conyugalidad basada en los valores de fidelidad y honra femenina y sus realizaciones personales por fuera de estos ámbitos tienen un lugar secundario en este sistema. Por ejemplo, estas mujeres solo trabajan rentadamente en caso de que sea necesario para complementar el sustento familiar; en caso contrario no suelen hacerlo pues ello no forma parte de las representaciones por las cuales se valoran a sí mismas y son valoradas socialmente. Gran parte de la autoestima está basada en el buen desempeño de los roles maternales y domésticos.
Estas mujeres tienden a la expresión indirecta de su hostilidad debida a la inhibición transmitida por los mandatos desde su primera infancia ya que han recibido una crianza orientada a que sean siempre buenas, obedientes, no protestar, ser humildes, hablar en voz baja o callarse como atributos propios de la femineidad.
La representación que tienen acerca de su cuerpo está ligada a ideales de belleza y juventud. El cuidado del cuerpo es considerado, fundamentalmente, en relación con poder ser bellas y jóvenes para poder ser elegidas e ingresar en el contrato conyugal, pero no se apropian de él, es un cuerpo para gustar a los otros, lo cual tiene serios efectos en su salud pues presentan dificultades en el autocuidado al no poder priorizarse.  Por otra parte, la sensualidad no se expresa de forma directa y activa sino pasivisada y reprimida, un canal que han constituido a partir del mandato social de que una “buena mujer” no debe expresar abiertamente su deseo sexual sino que debe convocar “pasivamente” a la expresión del deseo masculino sobre ella y “naturalmente” solo debe sentir deseo por su esposo.

*Modo transicional: los cambios que se produjeron a partir de la mitad del siglo XX, ligados a la entrada masiva aunque gradual de las mujeres al mercado laboral asalariado y su concomitante acceso a los diversos niveles de la educación formal generaron un nuevo modo de subjetivación, el transicional. Esta denominación, hace referencia a una idea de estar a “mitad de camino” ya que estas mujeres que entraron masiva y entusiastamente al mundo público, lo hicieron conservando en su interior, y desde la exigencia social, el modelo mujer- madre tradicional al que le adicionaron la inserción laboral y profesional.
El sistema de ideales está basado en la maternidad y la conyugalidad como valores fundamentales, pero combinados con expectativas en el mundo publico aunque las realizaciones personales ocupan un lugar secundario. Están atrapadas en una modalidad polar de organización del sistema de ideales: aunque ambos valores (amar y trabajar) forman parte de dicho sistema, la representación acerca del logro se traduce en que si tienen éxito en uno, no lo tendrán en el otro.
Presentan habilidades domesticas y maternales más operativas del tipo “resolver las cosas”. En el mundo público, suelen entrar con la lógica de lo privado, motivo por el cual presentan dificultad para entablar contratos y respetar roles y jerarquías “maternalizando” las relaciones laborales. Tienen limitaciones para establecer honorarios y retribución por su trabajo, esperan que los otros los definan por ellas.
El erotismo es valorado como un bien conyugal y el disfrute sexual es considerado importante dentro de los vínculos que tienden a armar. Pero al persistir en términos vinculares el modelo de doble estándar de la sexualidad masculina se resienten frente a la posibilidad de relaciones extraconyugales del marido.
Acerca de la representación que tienen de su cuerpo, prestan menor atención al ideal de belleza y la importancia del cuerpo “joven” permanece como valor relativo a las representaciones actualmente vigentes y en competencia con otras mujeres. El cuidado del cuerpo lo realizan como parte de sus deberes dentro del contrato conyugal, que les exige mantenerse bien y tienen dificultades para su apropiación. Pero aun así se ve cierta apertura a las representaciones ligadas al placer personal que les puede permitir el cuerpo, ausente en las más tradicionales.

*Modo innovador: en la actualidad comienzan a aparecer nuevos modos que no guardan un patrón de definir más que por su diversidad, en tanto que incluyen una amplia gama de posibilidades de construcción subjetiva en la cual la maternidad y la conyugalidad se plantean como una opción y ya no como un mandato. La inclusión laboral, con las variaciones propias según el sector social, se constituye en una condición para el autosustento, propio de este modelo ya sea que la mujer viva sola, en pareja o en familia.
En lo referente a los valores en los cuales basan su autoestima, el ideal del trabajo coexiste codo a codo con el de la maternidad, pero existen varios casos, fundamentalmente en las más jóvenes que postergan la maternidad como proyecto a desarrollar luego de haber alcanzado cierto nivel profesional. Este es el primer grupo en el cual ser o no ser madres aparece como una opción  personal.
El problema especifico de este grupo se manifiesta que al tener mayor libertad y menor coerción externa les impone una necesidad de tomar decisiones que como colectivo genérico, es aun una posibilidad reciente ya que tienen poca trayectoria en el campo de la responsabilidad subjetiva y autonomía. Por lo tanto sufren grandes padecimientos al sostener dos o más ideales fuertemente demandantes (por ejemplo, ser simultáneamente excelentes madres, maravillosas esposas y excepcionales trabajadoras), en un mundo todavía patriarcal que no facilita su concreción.
Al mismo tiempo, estas mujeres presentan ideales altamente exigentes, y evidencian una gran dificultad para renunciar a alguno de ellos o cuanto menos reducir el grado de aspiraciones (que todo no sea “diez puntos”) como forma de negociación interna para poder compatibilizar los distintos deseos y posibilidades que las habitan.
Tienen mayor facultad para la expresión erótica. Diferencian en sus prácticas, entre obtener gozo erótico y establecimiento de pareja, por lo tanto pueden tener relaciones sexuales satisfactorias con partenaires de los cuales no se sienten enamoradas, posibilidad casi inexistente en los modelos anteriores que asimilaban sexualidad con enamoramiento.
En relación con la imagen que tienen de su cuerpo, se puede destacar que alcanzan mayor apropiación de éste como fuente de placer, el cual pierde el valor solo como objeto de belleza.

Bibliografía:
Tajer, D. (2009). Modos de subjetivación: modos de vivir, de enfermar y de morir. Heridos corazones vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres. Buenos Aires: Paidós, 47-68.