Hacer
visible y explorar los aprendizajes en cuanto a los roles de género y como estos
se articulan en el entramado del orden
social, nos permite cuestionar su funcionamiento y validez posibilitando cambios que impactan en el
sistema total de valores y significados de las mujeres para lograr una mayor
confianza en las propias experiencias.
Veremos
en esta oportunidad, el concepto modo de
subjetivación; entendido como una construcción conceptual que se refiere a
las formas de representación que cada sociedad instituye para la conformación
de sujetos aptos para desplegarse en su interior, y las maneras en que cada
sujeto constituye su singularidad (Bleichmar, 2005).
No
es posible hablar de un modo único de subjetivación de género, ya que las
relaciones y expectativas sociales al respecto han representado un cambio
vertiginoso a partir de la segunda mitad del siglo XX y los comienzos del
actual.
*Modo
tradicional: estas
mujeres han estructurado su vida en relación con los valores de la maternidad y
la conyugalidad como áreas fundamentales de su desarrollo vital. En sus
proyectos de vida no han incluido el desarrollo laboral o profesional,
posibilidad reservada únicamente para los varones hasta casi la mitad del siglo
XX. Este modelo de mujer tradicional fue construido como estándar de feminidad
ligado a las necesidades de la sociedad industrial. Las mujeres (tradicionales)
debían estar dispuestas “por amor” a convertir el salario masculino en comida
preparada, casa limpia y niños criados y cuidados. A modo de contraprestación,
esperaban que los varones las representaran en el espacio público, además de la
manutención económica y la protección frente a los peligros y las vicisitudes
económicas, políticas y de toda índole.
Desde
otro ángulo del análisis, el modelo tradicional de mujer doméstica y
sentimentalizada no se ha correspondido con la experiencia real de todas las
mujeres ubicadas en el social histórico definido, ya que durante toda la
modernidad ha habido algún tipo de presencia de las mujeres en el mercado laboral,
sino que ha sido una representación hegemónica con fuerte impacto en la
conformación del ideal de estas mujeres.
El
mencionado sistema de ideales de
estas mujeres está conformado por la maternidad y la conyugalidad basada en los
valores de fidelidad y honra femenina y sus realizaciones personales por fuera
de estos ámbitos tienen un lugar secundario en este sistema. Por ejemplo, estas
mujeres solo trabajan rentadamente en caso de que sea necesario para
complementar el sustento familiar; en caso contrario no suelen hacerlo pues
ello no forma parte de las representaciones por las cuales se valoran a sí
mismas y son valoradas socialmente. Gran parte de la autoestima está basada en
el buen desempeño de los roles maternales y domésticos.
Estas
mujeres tienden a la expresión indirecta de su hostilidad debida a la inhibición transmitida por los mandatos
desde su primera infancia ya que han recibido una crianza orientada a que sean
siempre buenas, obedientes, no protestar, ser humildes, hablar en voz baja o
callarse como atributos propios de la femineidad.
La
representación que tienen acerca de su cuerpo está ligada a ideales de belleza
y juventud. El cuidado del cuerpo es considerado, fundamentalmente, en relación
con poder ser bellas y jóvenes para poder ser elegidas e ingresar en el
contrato conyugal, pero no se apropian de él, es un cuerpo para gustar a los
otros, lo cual tiene serios efectos en su salud pues presentan dificultades en
el autocuidado al no poder priorizarse.
Por otra parte, la sensualidad no se expresa de forma directa y activa
sino pasivisada y reprimida, un canal que han constituido a partir del mandato
social de que una “buena mujer” no debe expresar abiertamente su deseo sexual
sino que debe convocar “pasivamente” a la expresión del deseo masculino sobre
ella y “naturalmente” solo debe sentir deseo por su esposo.
*Modo
transicional: los cambios que se produjeron a partir de la mitad del siglo
XX, ligados a la entrada masiva aunque gradual de las mujeres al mercado
laboral asalariado y su concomitante acceso a los diversos niveles de la
educación formal generaron un nuevo modo de subjetivación, el transicional. Esta denominación, hace referencia a una idea de
estar a “mitad de camino” ya que estas mujeres que entraron masiva y
entusiastamente al mundo público, lo hicieron conservando en su interior, y
desde la exigencia social, el modelo mujer- madre tradicional al que le
adicionaron la inserción laboral y profesional.
El
sistema de ideales está basado en la maternidad y la conyugalidad como valores
fundamentales, pero combinados con expectativas en el mundo publico aunque las
realizaciones personales ocupan un lugar secundario. Están atrapadas en una
modalidad polar de organización del sistema de ideales: aunque ambos valores
(amar y trabajar) forman parte de dicho sistema, la representación acerca del
logro se traduce en que si tienen éxito en uno, no lo tendrán en el otro.
Presentan
habilidades domesticas y maternales más operativas del tipo “resolver las
cosas”. En el mundo público, suelen entrar con la lógica de lo privado, motivo
por el cual presentan dificultad para entablar contratos y respetar roles y
jerarquías “maternalizando” las relaciones laborales. Tienen limitaciones para
establecer honorarios y retribución por su trabajo, esperan que los otros los
definan por ellas.
El
erotismo es valorado como un bien conyugal y el disfrute sexual es considerado
importante dentro de los vínculos que tienden a armar. Pero al persistir en
términos vinculares el modelo de doble estándar de la sexualidad masculina se
resienten frente a la posibilidad de relaciones extraconyugales del marido.
Acerca
de la representación que tienen de su cuerpo, prestan menor atención al ideal
de belleza y la importancia del cuerpo “joven” permanece como valor relativo a
las representaciones actualmente vigentes y en competencia con otras mujeres.
El cuidado del cuerpo lo realizan como parte de sus deberes dentro del contrato
conyugal, que les exige mantenerse bien y tienen dificultades para su
apropiación. Pero aun así se ve cierta apertura a las representaciones ligadas
al placer personal que les puede permitir el cuerpo, ausente en las más
tradicionales.
*Modo
innovador: en la actualidad comienzan a aparecer nuevos modos que no
guardan un patrón de definir más que por su diversidad, en tanto que incluyen
una amplia gama de posibilidades de construcción subjetiva en la cual la
maternidad y la conyugalidad se plantean como una opción y ya no como un
mandato. La inclusión laboral, con las variaciones propias según el sector
social, se constituye en una condición para el autosustento, propio de este
modelo ya sea que la mujer viva sola, en pareja o en familia.
En
lo referente a los valores en los cuales basan su autoestima, el ideal del
trabajo coexiste codo a codo con el de la maternidad, pero existen varios
casos, fundamentalmente en las más jóvenes que postergan la maternidad como
proyecto a desarrollar luego de haber alcanzado cierto nivel profesional. Este
es el primer grupo en el cual ser o no ser madres aparece como una opción personal.
El
problema especifico de este grupo se manifiesta que al tener mayor libertad y
menor coerción externa les impone una necesidad de tomar decisiones que como
colectivo genérico, es aun una posibilidad reciente ya que tienen poca trayectoria
en el campo de la responsabilidad subjetiva y autonomía. Por lo tanto sufren
grandes padecimientos al sostener dos o más ideales fuertemente demandantes
(por ejemplo, ser simultáneamente excelentes madres, maravillosas esposas y
excepcionales trabajadoras), en un mundo todavía patriarcal que no facilita su
concreción.
Al
mismo tiempo, estas mujeres presentan ideales altamente exigentes, y evidencian
una gran dificultad para renunciar a alguno de ellos o cuanto menos reducir el
grado de aspiraciones (que todo no sea “diez puntos”) como forma de negociación
interna para poder compatibilizar los distintos deseos y posibilidades que las
habitan.
Tienen
mayor facultad para la expresión erótica. Diferencian en sus prácticas, entre
obtener gozo erótico y establecimiento de pareja, por lo tanto pueden tener
relaciones sexuales satisfactorias con partenaires de los cuales no se sienten
enamoradas, posibilidad casi inexistente en los modelos anteriores que
asimilaban sexualidad con enamoramiento.
En
relación con la imagen que tienen de su cuerpo, se puede destacar que alcanzan
mayor apropiación de éste como fuente de placer, el cual pierde el valor solo
como objeto de belleza.
Bibliografía:
Tajer, D. (2009). Modos de subjetivación: modos de vivir, de enfermar y de morir. Heridos corazones vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres. Buenos Aires: Paidós, 47-68.