Mujeres y dinero
Clr. Paola Gentile
El
dinero ha sido creado por las culturas para perfeccionar el sistema de trueque
de los objetos y como tal sabemos, tiene un valor intrínseco, que es el que
permite el intercambio de bienes y servicios pero… en el orden patriarcal - el
dinero - también posee un valor simbólico: representa “el Poder” y desde las
distintas instituciones (familia, escuela, estado, religión) a las mujeres no
nos han facilitado los medios para que transitemos por la vida desde la autonomía
y la independencia.
La
actividad laboral es la que nos permite obtener el dinero para satisfacer
nuestras necesidades y quien tiene dinero, tiene “poder” poder de hacer,
decidir, elegir, negociar, cambiar…
A
lo largo de la historia, los sistemas de género han construido identidades
profesionales sexuadas y la diferencia fundamental entre varones y mujeres es
que: a las mujeres se las ha educado básicamente para el ámbito privado
(domestico, reproductivo, afectivo) y a los varones para el ámbito público (laboral,
académico, científico, político, económico) es decir, donde se origina y se
ejerce el poder. El resultado de esta educación promueve, la división sexual
del trabajo donde el trabajo masculino es valorado social y económicamente; y
el trabajo femenino subvalorado, no reconocido.
Si
bien en la actualidad la vida de las mujeres ha experimentado un cambio
extraordinario con la llegada del nuevo milenio y de acuerdo a un estudio
realizado por del Banco Interamericano de desarrollo (BID) “Nuevo siglo, viejas
disparidades” las mujeres constituyen el 40% de la fuerza de trabajo mundial,
sin embargo, en América Latina, continúan ganando un 17% menos que los hombres.
El informe señala además que, pese a tener más años de educación que los
hombres, las mujeres se concentran en las ocupaciones peor remuneradas como la
enseñanza, la salud o el sector servicios.
Como
podemos ver, el trabajo que forma parte de la vida y de las relaciones humanas,
no está ajeno a las influencias del patriarcado, ya que más allá que la
elección de las profesiones u ocupaciones pueda llegar a estar atravesada por
las construcciones sociales de género, esas elecciones posicionan, a las
mujeres, en un lugar de clara desventaja económica.
Y
nos preguntamos ¿Por qué?
¿Por
qué las tareas que hacen al cuidado, crecimiento y desarrollo humano, son tan
poco “valoradas”?
¿Por
qué se piensa socialmente que la independencia y la autonomía de las mujeres,
atenta contra el buen ejercicio de la maternidad? ¿Por qué la paternidad nunca
se ha pensado en estos términos?
¿Por
qué los lugares de trabajo aun no cuentan con guarderías gratuitas que
garanticen a las trabajadoras el acceso
y continuidad a la actividad laboral?
¿Por
qué cada vez más mujeres van aprendiendo a valorar lo que hacen, pero aún a
algunas les cuesta tanto poner un precio de mercado a su actividad?
¿Por
qué dentro de la sociedad conyugal, cuando la mujer se dedica a las tareas
domésticas y el cuidado de l@s hij@s y el hombre sale a trabajar, es mayor la
posibilidad de quedar expuesta a padecer violencia económica?
Para
poder desarmar los condicionamientos de la cultura patriarcal, es importante
hablar de estos temas, interrogándonos, preguntándonos, dudando… porque con más
información podemos acceder a una mayor conciencia reflexiva.
Empoderamiento
En
la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing (1995) se
consolida la idea de trabajar por el “empoderamiento de las mujeres” como
algo necesario para lograr la igualdad de géneros. El concepto
de empoderamiento se relaciona con el poder entendido, no como
dominación sobre los demás, sino como capacidad de las mujeres de
aumentar su auto-confianza e influir en los cambios.
Empoderarse,
supone ser dueñas de sí mismas – con autoridad para tomar decisiones, asertivas
en nuestras elecciones, autónomas, capaces de vincularnos afectivamente sin
dependencias nocivas - en definitiva, que podamos actuar como sujetas de
derecho no sometidas a control ni limitadas por los roles que la
sociedad les impone.
Para
lograr sociedades más justas - tarea que no debe ser solo del cincuenta por
ciento de la población, sino por el contrario, del total de la población - es
importante reflexionar sobre como la problemática laboral femenina nos coloca
en una situación de dominación, subordinación, subvaloración, obstaculizando la
posibilidad de obtención de los “medios para procurarnos cosas” lo que aun
continua debilitando nuestro poder personal.