Ah! El amor!
Cuentos infantiles, boleros, telenovelas, publicidades…
Cantidades de lágrimas y suspiros. Sufrimientos y alegrías.
Esperas…
Llamados y mensajes. Comunicaciones e incomunicaciones…
Encuentros y desencuentros…
El amor nos da vida y energía.
Pero
¿Qué nos pasa cuando el amor no es como nos cuentan?
¿Qué pasa cuando nos limita, cuando nos corta las alas?
¿Qué pasa cuando nuestra historia no encaja en el modelo “y
vivieron por siempre felices”?
Entre el mito y la realidad: AMAMOS
Clr. Paola Gentile
En
nuestra sociedad, se conoce como “Mito del Amor Romántico” al conjunto de
creencias compartidas e imágenes idealizadas sobre el amor, entre las que se
encuentran: que el amor todo lo puede, todo lo perdona, el “verdadero” amor es predestinado, único,
exclusivo, eterno, incondicional, es lo más importante y requiere entrega
total. Estos mitos han sido transmitidos mediante la sociabilización, siendo
reproducidos a través de libros, publicidades, películas, música, etc. e
influyen en la manera de pensar y actuar.
Creer que
los mitos son posibles puede llevar a confundir la fantasía con la realidad, lo
que produce una contradicción entre la experiencia vivida y el mito, no
permitiendo vivir nuestras relaciones de una manera libre, saludable y
enriquecedora.
Marcela
Lagarde y de los Ríos es una académica, antropóloga e investigadora mexicana y
nos dice que “para amar tenemos que
conocer, tener conocimientos” la clave sería que cada un@ iluminara su
configuración amorosa, que analizara el sentido que le da al amor, sus
relaciones amorosas, su forma de amar. Esta es una clave profundamente moderna
en cuanto al amor, porque la clave tradicional es: el amor se da solo, no hay
que analizar nada, no es necesario conocer, el amor llega inesperadamente, te
sale naturalmente del corazón y solo debes entregarte.
Para
amar, el primer interés tiene que estar situado en nosotr@s mism@s, lo que me
exige dar respuesta a las preguntas: quién soy, qué soy, qué quiero, qué deseo,
qué anhelo, qué necesito, qué puedo, qué hago. Son preguntas que me guiaran en
un recorrido para desarrollar la autoconciencia. Si no conozco quien soy
probablemente lo que esté haciendo al amar es cumplir mandatos amorosos.
Más allá
del ineludible autoconocimiento también es importante conocer que el concepto
de amor es una construcción cultural y como tal sus significados han cambiado a
lo largo de la historia. La Dra. Lagarde, nos aproxima una reseña histórica con
algunas formas de amor, presentes en la tradición occidental que han
configurado el modelo de amar y que aún perviven en la actualidad.
Conozcamos
de manera sintética los contenidos del amor en algunas épocas: el mundo griego
y la era burguesa.
Así
encontramos que para la tradición griega, el amor hace perfectas a las
personas. Los griegos veían al amante como un ser imperfecto que ama para
encontrar en el otro o en la otra lo que le falta, aquello de lo que carece y
que le impide ser perfecto. Piensen en la cantidad de expresiones amorosas
contemporáneas que todavía llevan este sello: ver en el amado o en la amada la
encarnación de lo perfecto, de lo único, de lo más maravilloso y lo que sucede
con este imaginario cuando llegan las desilusiones amorosas, los golpes son muy
fuertes, porque ni quien ama ni quien es amado son perfect@s.
También
en el mundo griego se consideraba que hay personas que tienen atractivo, y es
por eso que atraen amor, es por eso que se las ama. Hoy, sobrevive esta idea y
es fuente de muchos dramas, sobre todo para las mujeres, ya que socialmente la
atracción se considera muy efímera y está ligada al cuerpo y a la juventud. La
pérdida de la capacidad de atracción de las mujeres les ocasiona un terrible sufrimiento puesto que
existe una perversa relación entre el “ideal” de belleza, salud y autoestima.
Otra
época, es en la que surge el amor burgués y es una de las formas que más ha
impactado al amor contemporáneo. Antes del amor burgués, las personas se unían
por arreglos familiares, por conveniencia social, por vincular a personas de un
pueblo o tierra.
Cuando
aparece el amor burgués, se establece que el amor, el erotismo y la sexualidad deben estar unidos, se establece que
el amor pasión debe conducir al matrimonio y la procreación. Esa es la vía
legítima y autorizada moralmente para mujeres y para hombres.
Aparece
como norma moral obligatoria la heterosexualidad, quedando impresa en la
ideología que el amor heterosexual es el amor natural y el no heterosexual es
amor contra natura.
Se
establece como regla social la monogamia; enseguida la cultura patriarcal
fijará las diferencias, la monogamia es obligatoria para las mujeres, mientras
que en los hombres es permitida, aceptada y hasta promovida la poligamia. Como
producto de la monogamia se dispone la propiedad de los hombres sobre las
mujeres, de ahí que deban llevar sus apellidos y según este modelo cada mujer
tiene como destino en la vida hallar a un dueño, buscarlo y encontrarlo se
vuelve un mandato. No se trata únicamente que la mujer busque un amor, sino de
hacer que ese amor sea su dueño, su dueño jurídica, afectiva, sexual y económicamente.
Como
fruto del amor burgués, surgen “las madresposas”, mujeres especializadas en ser
madres y en ser esposas. Mujeres cuyo sentido central en la vida es encontrar
un buen hombre – o malo- pero al menos
uno, para hacer la vida con él, tener hijos y formar una familia, asociando que
este modelo de amor es la vía directa y sin escalas a la felicidad,
considerando infeliz a la mujer que no ha logrado ese modelo.
Esta
ideología condujo y sigue conduciendo a muchas mujeres a tener, sostener y a
mantener relaciones devastadoras, alimentándolas con fantasías e idealizaciones
muy alejadas de sus realidades concretas.
Y hoy,
aquí estamos…
En
nuestra búsqueda de vivir plena y auténticamente necesitamos y queremos
conocernos, conocer… y tenemos la valiosa capacidad de cuestionar, dudar, para poder discernir y elegir!!!
No nos
confundamos con ideologías y fantasías que nos alejan de nuestro centro y
descubrámonos potenciando al máximo nuestras VIDAS y nuestras relaciones.
Bibliografía:
Lagarde,
Marcela 2001 “Claves feministas para la negociación en el amor” 1º ed –
Managua: Puntos de encuentro
Ohhhh, el amor
Clr.
Cristina Zóccola
Todos
hemos experimentado el amor. Queremos a nuestros padres, hermanos, amigos y
ellos nos quieren a nosotros. Pero el amor romántico es otra cosa. Es un
sentimiento intenso y nuevo que no se parece a ninguna de las otras formas de
amor.
Los
grandes amores de la ficción y la poesía están basados en el amor romántico;
aquél cargado de emociones que van de la pasión a los celos y a la angustia.
Este tipo de amor sumerge a uno completamente en el otro.
En
nuestra necesidad por el otro dejamos de ver sus faltas o errores,
engrandecemos sus fortalezas y perdemos todo sentido de la proporción.
Este amor
es ese que nos mantiene permanentemente preocupados por la otra persona, con la
creencia de que ella es la única que puede satisfacer nuestras necesidades.
Este amor depende totalmente de lo que la otra persona haga o diga; en otras
palabras, es como si la otra persona nos diera el permiso o no de hacer algo
con tal de recibir su aceptación, de lo contrario su rechazo sería considerado
como la muerte.
¿De qué hablamos cuando hablamos de “Amor”?
Clr María Silvina Munné
Habitualmente
cuando hablamos del “Amor” nos referimos al amor de pareja…
Y cuando
no tenemos un amor, o cuando nuestro amor no es correspondido, o cuando estamos
atravesando dificultades, rupturas u otras formas de desamor, estamos “mal de
amores”.
El mito
de amor romántico, el amor-pasión siguen sustentando todavía los modelos de
pareja y el vínculo conyugal la estructura familiar.
La
literatura, el cine, las telenovelas nos han contado historias de amor a
primera vista, eterno, único, permanente, que todo lo puede; de pasión
ardiente, dolorosa, trágica, amores verdaderos, simbióticos, fusionados,
posesivos, incluso violentos (¿morir de amor?…por amor?).
A pesar
del avance de las mujeres en su autonomía, libertad, conocimientos
intelectuales, logros en espacios públicos, muchas todavía dan sentido a su
existencia dándole a este amor el centro, el eje, al cual le dedican mucho
tiempo y espacio imaginario y real...más que muchos hombres.
Un libro
reciente de la escritora española Rosa Montero, “La ridícula idea de no volver
a verte”, contiene datos biográficos y autobiográficos de Manya Sklodowska, o
como podemos conocerla “Madame Curie”, por haberse casado con Pierre Curie. Fue
la primera mujer en recibir un premio Nobel y la única en recibir dos, la
primera en licenciarse en Ciencias en la Soborna y la primera en doctorarse en
Ciencias en Francia, en tener una cátedra y la primera en tantas cosas, hasta
la primera y única cuyos restos descansan en el Panteón de “Hombres Ilustres”.
Sin embargo podemos leer en sus palabras, diarios y cartas acerca de sus amores
trágicos, la muerte de su esposo cuando sus niñas eran pequeñas y
posteriormente una pasión clandestina, escandalosa con otro científico Paul
Langevin, que según cuenta su hija la llevó al borde del suicidio.
Aunque
hubiera condiciones de equidad entre las personas que tienen un vínculo
amoroso, las relaciones y experiencias no son mágicamente felices, sino
más bien conflictivas porque implican expectativas, intercambio,
interdependencia, cercanía e intimidad que siempre conllevan un riesgo.
Muchas
mujeres creen que algo anda mal si la pasión y el deseo se acaban, si la
convivencia transforma la relación, pero en realidad la vida en común se
presenta complicada e implica una negociación constante. En este sentido
la película estrenada este año “Antes del anochecer” de Richard Linklate, muestra
a sus protagonistas Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy) que comenzaron
como dos jovencitos en Antes del amanecer (1995), se reencontraron en
Antes del atardecer (2004), lejos de ser una pareja idílica, con diálogos
íntimos y dolorosos, encuentros y desencuentros, verdades, reproches,
suspicacias, conflictos, replanteos.
La
realidad nos muestra que cada vez más mujeres se rebelan o se oponen a modelos
de amor “tradicionales”. Muchas aman a mujeres, otras han superado la ilusión
de esperar al hombre o la mujer de sus sueños, o han sido transformadas por
varios amores en su biografía amorosa, pueden implican relaciones conyugales,
encuentros breves, convivencia o también matrimonio. Y cada vez más las
hay que experimentan abandonos, separaciones y divorcios, con y sin secuelas
personales y sociales perdurables -las mujeres promueven la mayoría de los
divorcios en el mundo. Otras transcurren periodos importantes, largos o con
decisiones de por vida sin pareja, sin relación amorosa.
La
invitación es a una reflexión para que la “vida amorosa” no sea en detrimento
de otros aspectos vitales.
Me parece
interesante cerrar compartiendo lo que nos dice Marcela Lagarde:
“Con su
dosis de individualidad, autonomía e independencia, confianza y amor a una
misma en libertad y la experiencia de la propia autoridad, la mismidad está en
la base de transformaciones profundas del amor y la sexualidad de las mujeres,
cuya clave es la ética del cuidado en primera persona, con la afirmación y el
desarrollo personales, la vigencia de las libertades y la dignidad, de la vida
propia con sentido y solidaridad. Con ello se genera una confluencia subjetiva
que permite a las mujeres mirar con menos distorsión a cualquier otro, otra sin
supremacía, con su misterio, su soledad y su condición mortal. Ni opuestos ni
complementarios”.
Bibliografía.
Lagarde,
Marcela.2008. “Amor y sexualidad, una mirada feminista”. Curso de
Verano
Universidad
Menéndez Pelayo.
Montero,
Rosa.2013. “La ridícula idea de no volver a verte”.(Buenos Aires. Seix Barral).
Sampedro
Díaz, Pilar. “El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de
pareja”.www.centropilarsampedro.
¿Dónde estás Amor de mi vida…. que no te puedo
encontrar?
Clr.
Susana Cypin
Quien
mejor que Susanita, amiga de Mafalda, representando a soñadores y soñadoras en
una idea de Amor Romántico, con sus ansias de encontrar a la pareja perfecta,
con quien formar una familia, como única meta.
Y aquella
canción que iniciaba un programa de Tv donde se formaban parejas?
“Nací
para ti, aquí me tienes / Que te hace feliz, dime que quieres / Te esperé, en
soledad tanto tiempo / que me
estás dando la vida si
sientes tú … lo que yo siento.”
Ambos
ejemplos, así como el título de esta nota, extraído de la película de
J.J.Jusid, definen de alguna manera el sentimiento de muchas personas,
que desde la idealización, buscan la completud en un otro, que tal vez no
llegue nunca, lo que si llega es la frustración, el sin sentido, a lo que sigue
el comentario de la familia: pero como, todavía sigue sola/o? Algo raro debe
haber…
En que
pensamos cuando hablamos de amor? Es el amor un mito ?
La
realidad nos dice que esa fusión romántica, de pasión y entrega incondicional,
para toda la vida…. es difícil de sostener en el tiempo, con los cambios y
transformaciones que se presentan en el transcurso de la vida.
Desde las
teorías de género, se han desarrollado distintos conceptos, que permiten
entender las modificaciones que se produjeron acerca del lugar de la mujer y el
hombre en la sociedad actual.
Varios
autores mencionan distintos mitos que se han constituido en relación a la
mujer, y a la relación de ésta con sus hijos y pareja.
Pensar la
constitución subjetiva de las mujeres, como una construcción histórico-social,
nos permiten saber que ciertas atribuciones personales no vienen desde el campo
biológico.
A raíz de
esto, la Psicoanalista Ana María Fernández habla de tres mitos alrededor de la
mujer: el mito de la mujer igual madre, mito del amor romántico, y el mito de
la pasividad erótica femenina.
En este
caso, pensamos en el mito del amor romántico y su influencia en nuestras
elecciones, del que surge la idea de que en algún lugar del mundo existe esa
persona que vendrá a dar luz a nuestra vida.
El amor
romántico se caracteriza por ser un modelo de amor que fundamenta el matrimonio
monogámico, heterosexual y las relaciones de pareja estables de las culturas
modernas, principalmente las occidentales. Todxs nosotrxs hemos crecido y
estamos influenciadxs con estas ideas, que alimentan nuestras expectativas y
anhelos, que determinan nuestros comportamientos y elecciones. Estas creencias
nos limitan a la hora de poder desarrollarnos plenamente, porque inducen en la
falsa idea de que todo debe ser de una determinada manera.
Si bien
existe la atracción, y el enamoramiento, también existe la construcción de a
dos, la propuesta sería pensar en un amor que más que completarnos con la otra
mitad, nos permita “ser capaces de asumir la diferencia, volviéndola creadora”1,
encontrando entre lxs dos un amor a medida de nuestras necesidades y sin
olvidar lo que Erich Fromm enuncia en “El Arte de Amar” como elementos básicos:
cuidado, respeto, responsabilidad y conocimiento del otro. De esta manera
podremos posicionarnos como protagonistas de nuestra experiencia amorosa y
encontrar nuevos modos de vincularnos más satisfactorios y reales.
Bibliografía:
-
El mito
de la “fusión romántica”. Sus efectos en el vínculo de la pareja. Anuario de
sexología. Año 2009 en http://www5.uva.es (en
línea 22-12-2013)
El amor romántico y la igualdad: colores que destiñen.
Clr. Mariana L. Rezk
Sabemos que el amor romántico
como ideal del amor aparece hacia el siglo XIX. Los años han pasado; nuestras
vidas cotidianas se han modificado y las legislaciones han cambiado. Hemos
conquistado cantidad de derechos a fuerza de reclamos y luchas, y sin embargo,
el amor romántico y sus mitos nos siguen rodeando y “educando” de manera
diferencial a mujeres y hombres.
La mayoría de los productos
culturales, desde los cuentos infantiles hasta las telenovelas y series de
televisión, pasando por letras de canciones, revistas y las películas que consumimos
desde niñxs nos cuentan cómo debe ser ese amor: apasionado, perfecto, para toda
la vida, monógamo, heterosexual, donde el sacrificio de las mujeres por el
hombre amado está siempre presente, donde siempre hay obstáculos y
restricciones entre lxs amantes, donde muchas veces el amor no es correspondido
y por sobre toda las cosas no es igualitario entre mujeres y hombres.
Al amor romántico lo rodean mitos
variados que pintan nuestra existencias de colores: la media naranja, el
príncipe azul, los trajes rosas de las princesas, el rojo de la pasión, la
verde esperanza del rescate a último momento, el horizonte azul y el sol
naranja de los sueños compartidos para siempre!
Dice Isabel Santa Cruz:
“La igualdad, entendida no
como identidad ni uniformidad ni estandarización, comporta, en primer lugar, la
autonomía, es decir, la posibilidad de elección y decisión
independientes, que involucra la posibilidad de autodesignación. En segundo
lugar, igualdad supone autoridad o, lo que es lo mismo, la capacidad de
ejercicio de poder, el "poder poder”, como dice Celia Amoros:" «sólo
puede llamarse iguales a quienes son equípotentes». En tercer lugar, y
estrechamente conectada con la equípotencia, la igualad requiere lo que
podríamos llamar equifonía es decir, la posibilidad de emitir una voz
que sea escuchada y considerada como portadora de significado y de verdad, y
goce, en consecuencia, de credibilidad. El cuarto carácter exigido por la
igualdad es la equivalencia: tener el mismo valor, no ser considerado ni
por debajo ni por encima de otro. No basta con poder, sino que también hay que
valer, con la respetabilidad que ello implica. Los caracteres señalados tienen
por base necesaria la reciprocidad y el mutuo reconocimiento que pertenecen por
definición a la relación de igualdad.”
(Santa Cruz , Isabel. Sobre el concepto de igualdad:
Algunas observaciones. Rev. Isegoría, N° 6 (1992). Universidad
de Buenos Aires. Pág 147.)
Entonces…
¿Dónde queda la
autonomía y autodesignación, cuando se nos enseña a amar para la fusión y
que nuestra vida es vida en función de otro?
¿Dónde se esconde nuestra autoridad
y equipotencia cuando se nos relega al ámbito privado y las decisiones
acerca de lo doméstico?
¿Dónde se escucha la
equifonía y se asienta la credibilidad cuando se nos desmiente en lo
que sentimos y cuando decimos NO! se entiende sí?
¿Dónde encontramos
equivalencia y valor personal cuando se nos trata como objetos para ser
comprados, vendidos o exhibidos?
El amor romántico es una creación
sociohistórica patriarcal que nos quita libertad y poder. Que nos separa y
enemista. Que nos deja solxs, aún en pareja.
El amor es una dimensión de lo
personal, pero también, y por sobre todo es político. Y si es político es
factible de ser deconstruido, modificado, cambiado…
¿Nos animamos a pintar amores de
todos los colores?
Que cambien, que muten, que
crezcan, que vayan y vengan, que nos igualen y empoderen!
Y por sobre todas las cosas que
no destiñan nuestro ser!
Bibliografía consultada:
Santa Cruz , Isabel. Sobre el concepto de igualdad: Algunas
observaciones. Rev. Isegoría, N° 6 (1992):145-152. Universidad
de Buenos Aires.
Lagarde, Marcela.Claves feministas para la negociación en el
amor. 1º ed. Managua: Puntos de encuentro, 2001.
Sampedro Díaz,
Pilar. “El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja”.
www.centropilarsampedro.es. (en línea 21/12/2013)
Artículo de revista "Para Tí" Anuario
1934
Extracción
La
compañera
He
preguntado a mis amigos:
-¿ Cuál
es la primera condición para que una mujer sea realmente la compañera de su
esposo?
Y me han
respondido:
-Colaborar
con el marido en la construcción del hogar. Fórmula un poco vaga y un poco
pretenciosa también.
¿ La
colaboración consiste en aportar al matrimonio una dote?
Evidentemente no.
La unión de capitales puede constituir la
asociación comercial pero nada más.
¿ La belleza?
Ocurre lo mismo que con el dinero. La mujer
rica y bella es un peligro.
En cuanto a la inteligencia, cosa extraña, es
lo menos que se busca en la futura esposa.
Muchos hombres temen a la mujer inteligente
sin dar una razón clara de su repulsión hacia ella.
Entonces, si ni la fortuna, ni la belleza, ni
la inteligencia pueden transformar a una mujer en
la ¨compañera¨, ¿ Cómo podrá llegarse a este
ideal ?.
Generalmente la perfecta armonía reside en la
disparidad de deberes.
Creo comprender que lo primero que la esposa
debe aportar al marido es algo que parece muy
sencillo y no lo es : la paz del hogar.
Debe asociarse al trabajo del hombre
respetándolo y protegiéndolo, procurar economizar todo lo posible, evitarle las molestias que pueda y alentarle
en todo lo que emprenda. Ser el censor discreto, seguro, íntimo y cariñoso.
¿ Cuántas mujeres se sentirán capaces de esta
perfección?. Muchísimas, casi todas las
que sepan
amar.
Recomendación:
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