Si bien desde hace décadas las mujeres fuimos logrando cambios que nos posicionan positivamente en relación con nuestras pares de generaciones anteriores, relacionados con los roles que ocupamos en lo público y lo privado, definidos históricamente desde las desigualdades de género, hay todavía cambios sustanciales que necesitamos seguir trabajando.

La intención que nos anima es crear espacios donde poder compartir experiencias, reflexionar y construir colectivamente aprendizajes significativos que nos faciliten tomar conciencia de nuestra situación actual y nos permitan imaginar relaciones y prácticas transformadoras que surjan desde nosotras y puedan expandirse…

Integrantes de Equipo MuMi

Clr. Mariana L. Rezk, Clr. Susana Cypin, Clr. Paola Gentile, Clr. Cristina Zóccola

21/5/14

Boletina Nro. 2 "Amor Romántico"


Ah! El amor!
Cuentos infantiles, boleros, telenovelas, publicidades…
Cantidades de lágrimas y suspiros. Sufrimientos y alegrías.
Esperas…
Llamados y mensajes. Comunicaciones e incomunicaciones…
Encuentros y desencuentros…
El amor nos da vida y energía.
Pero
¿Qué nos pasa cuando el amor no es como nos cuentan?
¿Qué pasa cuando nos limita, cuando nos corta las alas?
¿Qué pasa cuando nuestra historia no encaja en el modelo “y vivieron por siempre felices”?


Entre el mito y la realidad: AMAMOS

Clr. Paola Gentile


En nuestra sociedad, se conoce como “Mito del Amor Romántico” al conjunto de creencias compartidas e imágenes idealizadas sobre el amor, entre las que se encuentran: que el amor todo lo puede, todo lo perdona,  el “verdadero” amor es predestinado, único, exclusivo, eterno, incondicional, es lo más importante y requiere entrega total. Estos mitos han sido transmitidos mediante la sociabilización, siendo reproducidos a través de libros, publicidades, películas, música, etc. e influyen en la manera de pensar y actuar.

Creer que los mitos son posibles puede llevar a confundir la fantasía con la realidad, lo que produce una contradicción entre la experiencia vivida y el mito, no permitiendo vivir nuestras relaciones de una manera libre, saludable y enriquecedora.

Marcela Lagarde y de los Ríos es una académica, antropóloga e investigadora mexicana y nos dice que “para amar tenemos que conocer, tener conocimientos” la clave sería que cada un@ iluminara su configuración amorosa, que analizara el sentido que le da al amor, sus relaciones amorosas, su forma de amar. Esta es una clave profundamente moderna en cuanto al amor, porque la clave tradicional es: el amor se da solo, no hay que analizar nada, no es necesario conocer, el amor llega inesperadamente, te sale naturalmente del corazón y solo debes entregarte.

Para amar, el primer interés tiene que estar situado en nosotr@s mism@s, lo que me exige dar respuesta a las preguntas: quién soy, qué soy, qué quiero, qué deseo, qué anhelo, qué necesito, qué puedo, qué hago. Son preguntas que me guiaran en un recorrido para desarrollar la autoconciencia. Si no conozco quien soy probablemente lo que esté haciendo al amar es cumplir mandatos amorosos.

Más allá del ineludible autoconocimiento también es importante conocer que el concepto de amor es una construcción cultural y como tal sus significados han cambiado a lo largo de la historia. La Dra. Lagarde, nos aproxima una reseña histórica con algunas formas de amor, presentes en la tradición occidental que han configurado el modelo de amar y que aún perviven en la actualidad.

Conozcamos de manera sintética los contenidos del amor en algunas épocas: el mundo griego y la era burguesa.
Así encontramos que para la tradición griega, el amor hace perfectas a las personas. Los griegos veían al amante como un ser imperfecto que ama para encontrar en el otro o en la otra lo que le falta, aquello de lo que carece y que le impide ser perfecto. Piensen en la cantidad de expresiones amorosas contemporáneas que todavía llevan este sello: ver en el amado o en la amada la encarnación de lo perfecto, de lo único, de lo más maravilloso y lo que sucede con este imaginario cuando llegan las desilusiones amorosas, los golpes son muy fuertes, porque ni quien ama ni quien es amado son perfect@s.
También en el mundo griego se consideraba que hay personas que tienen atractivo, y es por eso que atraen amor, es por eso que se las ama. Hoy, sobrevive esta idea y es fuente de muchos dramas, sobre todo para las mujeres, ya que socialmente la atracción se considera muy efímera y está ligada al cuerpo y a la juventud. La pérdida de la capacidad de atracción de las mujeres les  ocasiona un terrible sufrimiento puesto que existe una perversa relación entre el “ideal” de belleza, salud y autoestima.

Otra época, es en la que surge el amor burgués y es una de las formas que más ha impactado al amor contemporáneo. Antes del amor burgués, las personas se unían por arreglos familiares, por conveniencia social, por vincular a personas de un pueblo o tierra.
Cuando aparece el amor burgués, se establece que el amor, el erotismo y la sexualidad deben estar unidos, se establece que el amor pasión debe conducir al matrimonio y la procreación. Esa es la vía legítima y autorizada moralmente para mujeres y para hombres.
Aparece como norma moral obligatoria la heterosexualidad, quedando impresa en la ideología que el amor heterosexual es el amor natural y el no heterosexual es amor contra natura.
Se establece como regla social la monogamia; enseguida la cultura patriarcal fijará las diferencias, la monogamia es obligatoria para las mujeres, mientras que en los hombres es permitida, aceptada y hasta promovida la poligamia. Como producto de la monogamia se dispone la propiedad de los hombres sobre las mujeres, de ahí que deban llevar sus apellidos y según este modelo cada mujer tiene como destino en la vida hallar a un dueño, buscarlo y encontrarlo se vuelve un mandato. No se trata únicamente que la mujer busque un amor, sino de hacer que ese amor sea su dueño, su dueño jurídica, afectiva, sexual y económicamente.
Como fruto del amor burgués, surgen “las madresposas”, mujeres especializadas en ser madres y en ser esposas. Mujeres cuyo sentido central en la vida es encontrar un buen hombre – o malo-  pero al menos uno, para hacer la vida con él, tener hijos y formar una familia, asociando que este modelo de amor es la vía directa y sin escalas a la felicidad, considerando infeliz a la mujer que no ha logrado ese modelo.
Esta ideología condujo y sigue conduciendo a muchas mujeres a tener, sostener y a mantener relaciones devastadoras, alimentándolas con fantasías e idealizaciones muy alejadas de sus realidades concretas. 

Y hoy, aquí estamos…
En nuestra búsqueda de vivir plena y auténticamente necesitamos y queremos conocernos, conocer… y tenemos la valiosa capacidad de cuestionar, dudar,  para poder discernir y elegir!!!
No nos confundamos con ideologías y fantasías que nos alejan de nuestro centro y descubrámonos potenciando al máximo nuestras VIDAS y nuestras relaciones.


Bibliografía:

Lagarde, Marcela 2001 “Claves feministas para la negociación en el amor” 1º ed – Managua: Puntos de encuentro



Ohhhh, el amor
 Clr. Cristina Zóccola

Todos hemos experimentado el amor. Queremos a nuestros padres, hermanos, amigos y ellos nos quieren a nosotros. Pero el amor romántico es otra cosa. Es un sentimiento intenso y nuevo que no se parece a ninguna de las otras formas de amor.

Los grandes amores de la ficción y la poesía están basados en el amor romántico; aquél cargado de emociones que van de la pasión a los celos y a la angustia. Este tipo de amor sumerge a uno completamente en el otro.

En nuestra necesidad por el otro dejamos de ver sus faltas o errores, engrandecemos sus fortalezas y perdemos todo sentido de la proporción.

Este amor es ese que nos mantiene permanentemente preocupados por la otra persona, con la creencia de que ella es la única que puede satisfacer nuestras necesidades. Este amor depende totalmente de lo que la otra persona haga o diga; en otras palabras, es como si la otra persona nos diera el permiso o no de hacer algo con tal de recibir su aceptación, de lo contrario su rechazo sería considerado como la muerte.



 
¿De qué hablamos cuando hablamos de “Amor”?
Clr María Silvina Munné



Habitualmente cuando hablamos del “Amor” nos referimos al amor de pareja…
Y cuando no tenemos un amor, o cuando nuestro amor no es correspondido, o cuando estamos atravesando dificultades, rupturas u otras formas de desamor, estamos “mal de amores”.
El mito de amor romántico, el amor-pasión siguen sustentando todavía los modelos de pareja y el vínculo conyugal la estructura familiar.
La literatura, el cine, las telenovelas nos han contado historias de amor a primera vista, eterno, único, permanente, que todo lo puede; de pasión ardiente, dolorosa, trágica, amores  verdaderos, simbióticos, fusionados, posesivos, incluso violentos (¿morir de amor?…por amor?).
A pesar del avance de las mujeres en su autonomía, libertad, conocimientos intelectuales, logros en espacios públicos, muchas todavía dan sentido a su existencia dándole a este amor el centro, el eje, al cual le dedican mucho tiempo y espacio imaginario y real...más que muchos hombres.
Un libro reciente de la escritora española Rosa Montero, “La ridícula idea de no volver a verte”, contiene datos biográficos y autobiográficos de Manya Sklodowska, o como podemos conocerla “Madame Curie”, por haberse casado con Pierre Curie. Fue la primera mujer en recibir un premio Nobel y la única en recibir dos, la primera en licenciarse en Ciencias en la Soborna y la primera en doctorarse en Ciencias en Francia, en tener una cátedra y la primera en tantas cosas, hasta la primera y única cuyos restos descansan en el Panteón de “Hombres Ilustres”. Sin embargo podemos leer en sus palabras, diarios y cartas acerca de sus amores trágicos, la muerte de su esposo cuando sus niñas eran pequeñas y posteriormente una pasión clandestina, escandalosa con otro científico Paul Langevin, que según cuenta su hija la llevó al borde del suicidio.
Aunque hubiera condiciones de equidad entre las personas que tienen un vínculo amoroso, las relaciones  y experiencias no son mágicamente felices, sino más bien conflictivas porque implican expectativas, intercambio, interdependencia, cercanía e intimidad que siempre conllevan un riesgo.
Muchas mujeres creen que algo anda mal si la pasión y el deseo se acaban, si la convivencia transforma la relación, pero en realidad  la vida en común se presenta complicada e implica una negociación constante.  En este sentido la película estrenada este año “Antes del anochecer” de Richard Linklate, muestra a sus protagonistas Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy) que comenzaron como dos jovencitos en  Antes del amanecer (1995), se reencontraron en Antes del atardecer (2004), lejos de ser una  pareja idílica, con diálogos íntimos y dolorosos, encuentros y desencuentros, verdades, reproches, suspicacias, conflictos, replanteos. 
La realidad nos muestra que cada vez más mujeres se rebelan o se oponen a modelos de amor “tradicionales”. Muchas aman a mujeres, otras han superado la ilusión de esperar al hombre o la mujer de sus sueños, o han sido transformadas por varios amores en su biografía amorosa, pueden implican relaciones conyugales, encuentros breves, convivencia o también  matrimonio. Y cada vez más las hay que experimentan abandonos, separaciones y divorcios, con y sin secuelas personales y sociales perdurables -las mujeres promueven la mayoría de los divorcios en el mundo. Otras transcurren periodos importantes, largos o con decisiones de por vida sin pareja, sin relación amorosa.
La invitación es a una reflexión para que la “vida amorosa” no sea en detrimento de otros aspectos vitales. 
Me parece interesante cerrar compartiendo lo  que nos dice Marcela Lagarde:
“Con su dosis de individualidad, autonomía e independencia, confianza y amor a una misma en libertad y la experiencia de la propia autoridad, la mismidad está en la base de transformaciones profundas del amor y la sexualidad de las mujeres, cuya clave es la ética del cuidado en primera persona, con la afirmación y el desarrollo personales, la vigencia de las libertades y la dignidad, de la vida propia con sentido y solidaridad. Con ello se genera una confluencia subjetiva que permite a las mujeres mirar con menos distorsión a cualquier otro, otra sin supremacía, con su misterio, su soledad y su condición mortal. Ni opuestos ni complementarios”.

Bibliografía.

Lagarde, Marcela.2008.  “Amor y sexualidad, una mirada feminista”.  Curso de Verano 
Universidad Menéndez Pelayo.
Montero, Rosa.2013. “La ridícula idea de no volver a verte”.(Buenos Aires. Seix Barral).
Sampedro Díaz, Pilar. “El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja”.www.centropilarsampedro.



¿Dónde estás Amor de mi vida…. que no te puedo encontrar?
Clr. Susana Cypin





Quien mejor que Susanita, amiga de Mafalda, representando a soñadores y soñadoras en una idea de Amor Romántico, con sus ansias de encontrar a la pareja perfecta, con quien formar una familia, como única meta.
Y aquella canción que iniciaba un programa de Tv donde se formaban parejas?  
“Nací para ti, aquí me tienes / Que te hace feliz, dime que quieres / Te esperé, en soledad tanto tiempo / que me estás dando la vida si sientes tú … lo que yo siento.”

Ambos ejemplos, así como el título de esta nota, extraído de la película de J.J.Jusid,  definen de alguna manera el sentimiento de muchas personas, que desde la idealización, buscan la completud en un otro, que tal vez no llegue nunca, lo que si llega es la frustración, el sin sentido, a lo que sigue  el comentario de la familia: pero como, todavía sigue sola/o? Algo raro debe haber…

En que pensamos cuando hablamos de amor? Es el amor un mito ?
La realidad nos dice que esa fusión romántica, de pasión y entrega incondicional, para toda la vida…. es difícil de sostener en el tiempo, con los cambios y transformaciones que se presentan en el transcurso de la  vida.
Desde las teorías de género, se han desarrollado distintos conceptos, que permiten entender las modificaciones que se produjeron acerca del lugar de la mujer y el hombre en la sociedad actual.
Varios autores mencionan distintos mitos que se han constituido en relación a la mujer, y a la relación de ésta con sus hijos y pareja.
Pensar la constitución subjetiva de las mujeres, como una construcción histórico-social, nos permiten saber que ciertas atribuciones personales no vienen desde el campo biológico.
A raíz de esto, la Psicoanalista Ana María Fernández habla de tres mitos alrededor de la mujer: el mito de la mujer igual madre, mito del amor romántico, y el mito de la pasividad erótica femenina.
En este caso, pensamos en el mito del amor romántico y su influencia en nuestras elecciones, del que surge la idea de que en algún lugar del mundo existe esa persona que vendrá a dar luz a nuestra vida.
El amor romántico se caracteriza por ser un modelo de amor que fundamenta el matrimonio monogámico, heterosexual y las relaciones de pareja estables de las culturas modernas, principalmente las occidentales. Todxs nosotrxs hemos crecido y estamos influenciadxs con estas ideas, que alimentan nuestras expectativas y anhelos, que determinan nuestros comportamientos y elecciones. Estas creencias nos limitan a la hora de poder desarrollarnos plenamente, porque inducen en la falsa idea de que todo debe ser de una determinada manera.
Si bien existe la atracción, y el enamoramiento, también existe la construcción de a dos, la propuesta sería pensar en un amor que más que completarnos con la otra mitad, nos permita “ser capaces de asumir la diferencia, volviéndola creadora”1, encontrando entre lxs dos un amor a medida de nuestras necesidades y sin olvidar lo que Erich Fromm enuncia en “El Arte de Amar” como elementos básicos: cuidado, respeto, responsabilidad y conocimiento del otro. De esta manera podremos posicionarnos como protagonistas de nuestra experiencia amorosa y encontrar nuevos modos de vincularnos más satisfactorios y reales.

Bibliografía:
-          Amor romántico y violencia simbólica, un matrimonio bien avenido. 05/10/11 Miriam Herbon. en http://www.vitoria-gasteiz.or
-          El mito de la “fusión romántica”. Sus efectos en el vínculo de la pareja. Anuario de sexología. Año 2009 en http://www5.uva.es (en línea 22-12-2013)

 

El amor romántico y la igualdad: colores que destiñen.

Clr. Mariana L. Rezk



Sabemos que el amor romántico como ideal del amor aparece hacia el siglo XIX. Los años han pasado; nuestras vidas cotidianas se han modificado y las legislaciones han cambiado. Hemos conquistado cantidad de derechos a fuerza de reclamos y luchas, y sin embargo, el amor romántico y sus mitos nos siguen rodeando y “educando” de manera diferencial a mujeres y hombres.
La mayoría de los productos culturales, desde los cuentos infantiles hasta las telenovelas y series de televisión, pasando por letras de canciones, revistas y las películas que consumimos desde niñxs nos cuentan cómo debe ser ese amor: apasionado, perfecto, para toda la vida, monógamo, heterosexual, donde el sacrificio de las mujeres por el hombre amado está siempre presente, donde siempre hay obstáculos y restricciones entre lxs amantes, donde muchas veces el amor no es correspondido y por sobre toda las cosas no es igualitario entre mujeres y hombres.
Al amor romántico lo rodean mitos variados que pintan nuestra existencias de colores: la media naranja, el príncipe azul, los trajes rosas de las princesas, el rojo de la pasión, la verde esperanza del rescate a último momento, el horizonte azul y el sol naranja de los sueños compartidos para siempre!

Dice Isabel Santa Cruz:
 “La igualdad, entendida no como identidad ni uniformidad ni estandarización, comporta, en primer lugar, la autonomía, es decir, la posibilidad de elección y decisión independientes, que involucra la posibilidad de autodesignación. En segundo lugar, igualdad supone autoridad o, lo que es lo mismo, la capacidad de ejercicio de poder, el "poder poder”, como dice Celia Amoros:" «sólo puede llamarse iguales a quienes son equípotentes». En tercer lugar, y estrechamente conectada con la equípotencia, la igualad requiere lo que podríamos llamar equifonía es decir, la posibilidad de emitir una voz que sea escuchada y considerada como portadora de significado y de verdad, y goce, en consecuencia, de credibilidad. El cuarto carácter exigido por la igualdad es la equivalencia: tener el mismo valor, no ser considerado ni por debajo ni por encima de otro. No basta con poder, sino que también hay que valer, con la respetabilidad que ello implica. Los caracteres señalados tienen por base necesaria la reciprocidad y el mutuo reconocimiento que pertenecen por definición a la relación de igualdad.”
 (Santa Cruz , Isabel. Sobre el concepto de igualdad: Algunas observaciones. Rev. Isegoría, N° 6 (1992). Universidad de Buenos Aires. Pág 147.)

Entonces…
¿Dónde queda la autonomía y autodesignación, cuando se nos enseña a amar para la fusión y que nuestra vida es vida en función de otro?
¿Dónde se esconde nuestra autoridad y equipotencia cuando se nos relega al ámbito privado y las decisiones acerca de lo doméstico?
¿Dónde se escucha la equifonía y se asienta la credibilidad cuando se nos desmiente en lo que sentimos y cuando decimos NO! se entiende ?
¿Dónde encontramos equivalencia y valor personal cuando se nos trata como objetos para ser comprados, vendidos o exhibidos?

El amor romántico es una creación sociohistórica patriarcal que nos quita libertad y poder. Que nos separa y enemista. Que nos deja solxs, aún en pareja.
El amor es una dimensión de lo personal, pero también, y por sobre todo es político. Y si es político es factible de ser deconstruido, modificado, cambiado…
¿Nos animamos a pintar amores de todos los colores?
Que cambien, que muten, que crezcan, que vayan y vengan, que nos igualen y empoderen!
Y por sobre todas las cosas que no destiñan nuestro ser!


Bibliografía consultada:

Santa Cruz , Isabel. Sobre el concepto de igualdad: Algunas observaciones. Rev. Isegoría, N° 6 (1992):145-152. Universidad de Buenos Aires.

Herrera Gómez, Coral. Textos Varios. http://haikita.blogspot.com.ar/ (en línea 21/12/2013)

Lagarde, Marcela.Claves feministas para la negociación en el amor. 1º ed. Managua: Puntos de encuentro, 2001.

Sampedro Díaz, Pilar. “El mito del amor y sus consecuencias en los vínculos de pareja”. www.centropilarsampedro.es. (en línea 21/12/2013)




Artículo de revista "Para Tí" Anuario 1934

Extracción

                                                             La compañera

He preguntado a mis amigos:
-¿ Cuál es la primera condición para que una mujer sea realmente la compañera de su esposo?
Y me han respondido:
-Colaborar con el marido en la construcción del hogar. Fórmula un poco vaga y un poco pretenciosa también.
¿ La colaboración consiste en aportar al matrimonio una dote?
  Evidentemente no.
  La unión de capitales puede constituir la asociación comercial pero nada más.
 ¿ La belleza?
  Ocurre lo mismo que con el dinero. La mujer rica y bella es un peligro.
  En cuanto a la inteligencia, cosa extraña, es lo menos que se busca en la futura esposa.
  Muchos hombres temen a la mujer inteligente sin dar una razón clara de su repulsión hacia ella.
  Entonces, si ni la fortuna, ni la belleza, ni la inteligencia pueden transformar a una mujer en
  la ¨compañera¨, ¿ Cómo podrá llegarse a este ideal ?.
  Generalmente la perfecta armonía reside en la disparidad de deberes.
  Creo comprender que lo primero que la esposa debe aportar al marido es algo que parece muy
  sencillo y no lo es : la paz del hogar.
  Debe asociarse al trabajo del hombre respetándolo y protegiéndolo, procurar economizar todo lo  posible, evitarle las molestias que pueda y alentarle en todo lo que emprenda. Ser el censor discreto,   seguro, íntimo y cariñoso.
  ¿ Cuántas mujeres se sentirán capaces de esta perfección?. Muchísimas, casi todas las
que sepan amar.


Recomendación:                                                               

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